Entre varias razones/excusas no logro entender que es lo siento, es una mezcla de miedo y tristeza, de ansiedad y soledad…
No tengo nada, es solo un vacío en mí.
No tengo nada, es solo un vacío en mí.
Me extraña recordar situaciones que ya pasaron, que relativamente tienen que ver con mi presente. Me aferro al hecho de saber que sin esas experiencias vividas, hoy no estuviera tan feliz como no parece...
Eso de sonreír todos los días me hace bien, me alienta, me sacia la ansiedad y me colma de alegría pura el alma. Me hace sentir tan bien: sé que me estima, me quiere, hasta me engríe y se preocupa por mí, el mejor. Pero tengo miedo, sigo teniendo miedo (aunque lo siga negando)...
Al final, he cambiado y ya no soy la de antes.
Eso de sonreír todos los días me hace bien, me alienta, me sacia la ansiedad y me colma de alegría pura el alma. Me hace sentir tan bien: sé que me estima, me quiere, hasta me engríe y se preocupa por mí, el mejor. Pero tengo miedo, sigo teniendo miedo (aunque lo siga negando)...
Al final, he cambiado y ya no soy la de antes.
Quizás extrañe ciertas cosas y situaciones, como mi soledad. Esa que regresa de vez en cuando, la que aparece cuando él no está, cuando mi obsesión ya no tiene nombre, razón, ni motivo. Aquella que apaga la esperanza, la que se interpone en mi felicidad logrando fulminarme por completo, la que llena mis ojos de lágrimas y en mi pecho una sensación de vacío. Hoy está aquí, conmigo, haciéndome la guardia, esperando a que caiga en un su juego una vez más... Y no me rindo.
A mi lado tengo sus cartas, aquellas que me roban sonrisas, suspiros y sueños ya vividos. Lágrimas de felicidad y ganas de vivir un segundo más por estar a su lado, porque sé que me quiere, que le gusto, que piensa en mí, quizás no tanto como yo en él, que me cuida y me guarda en su pensamiento y que quizás recuerde en su soledad, también, aquellos momentos que pasamos juntos, que vivimos juntos (como si de casualidad fueran muchos).
Me lancé al vacío una vez más, sola, sin armas y con miedo a caer y no levantarme, dejando en mi cuerpo solo rastros de tristeza y pereza. Mis ojos llenos de lágrimas, esta vez sin motivo, ganas de no hacer nada, de tirame al piso y mirar al vacío, ese que identifico conmigo, ese que me acompaña siempre, la inseguridad que me llena, que me atrapa, que me sostiene y al mismo tiempo me aniquila. Aquella que surge cuando siento que no puedo, que no debo dudar, aquella que me limita y hace que me compare, que me sienta menos, cabizbaja, tupida, sin sosiego, sin ganas, sin fuerzas, NULA. VACÍA. SIN NADA.
Mentirme, mirarme al espejo, sentirme, mirarme y sentirme. Llorar.
Esa es mi rutina para amar. Tranquila, sin apuro, péinate y sonríe. Encuentra un defecto y minimízalo, no le des importancia. El mundo no se dará cuenta si TÚ intentas por lo menos no darte cuenta, ignóralo y piérdelo, como un recuerdo pasado, como esos que dejaron de ser percibidos por tu conciencia, aquellos que no relacionas nunca, solo en tus días de soledad…
Cuando te sientas menos, cuando te sientas sola, cuando te sientas tú de nuevo: aquí vamos de nuevo, tratando de luchar con motivos pero sin ganas…
Cuando te sientas menos, cuando te sientas sola, cuando te sientas tú de nuevo: aquí vamos de nuevo, tratando de luchar con motivos pero sin ganas…
Amarse no es sencillo, aceptarse poco a poco, a ritmo lento. Mientras no te crees puedes ir jugando con tu cuerpo, utilizarlo de manera predilecta como un juguete de moda o zapatos de ocasión… Terminarás como la caja de juguete, olvidada; o como la suela del zapato, desgastada. Esperas a que alguien toque tu puerta y te invite a bailar, mientras tú lo puedes hacer sola, con tan solo suspirar.
No tengo nada, no me pasa nada, eso solo esa sensación de vacío que aun no logro controlar.