miércoles, 1 de noviembre de 2017

El dolor que causa el engaño es el más fuerte que me ha tocado experimentar hasta hoy.

Recordé el día en que mi mamá descubrió una, de las muchas, infidelidades de mi papá. Recordé la ira en sus ojos y el miedo de no saber como reaccionar. Recordé sus lágrimas de impotencia, de sentirse insuficiente para el único hombre con quién se compartió en cuerpo y alma.
Me sentí ahí, sin saber qué hacer, ni a dónde ir.
Jamás me sentí tan protagonista en mi película.

Se siente como si te clavaran algo en el pecho, como un nudo en la garganta, sentí ahogarme, sentí que mi cuerpo se partía en mil pedazos; que mis ojos solo se nublaban y evitaban a toda costa derramar las lágrimas acumuladas. Llorar de impotencia, reirse de nervios, volverte sorda por un segundo y huir. Correr, escapar, salir. No mirar hacia atrás. Querer morirse y desaparecer, que él me vea desaparecer.

Tengo el corazón partido, antes estrujado y pisoteado, devuelto en mi cavidad toráxica, aún latiendo, aún palpitando, aún queriendo amar a quien me hizo daño.
Tengo el alma rota en mil pedazos.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Detox

Me preguntas si alguna vez me he puesto a pensar por qué estoy contigo o si tú eres suficiente para mi, y esa pregunta debería hacértela yo, ¿no crees?

¿Por qué estás con alguien que tiene el equilibrio emocional de cabeza, que la mayor parte del tiempo se siente insuficiente hasta para ella misma, que no se siente bien la mayoría del tiempo, sin embargo  se mantiene firme, finge estar bien y sigue viviendo porque tiene que hacerlo, y, eso, por qué tiene que hacerlo?
No tienes idea lo horrible que es irse a dormir sintiéndose así, o despertar con angustia y las simples ganas de no hacer absolutamente nada, solo querer dormir, porque desaparecer es imposible.

A veces siento que no soy suficiente para ti, porque mereces a alguien que se quiera, que sepa lo es y lo que quiere, que no se juzgue a sí misma por su físico, que no se acompleje por nada y que sobretodo sea feliz y optimista, así como lo eres tú. Quisiera ser más, quisiera hacer más pero mi depresión me supera, me tumba, me abruma, y no me siento suficiente para ti, menos para mi. Hasta llego a pensar que el amor que te doy no basta, pero es lo que tengo y no hay más, nisiquiera un poco menos para ti.

Perdón por el speach, pero necesitaba escribir.

domingo, 13 de agosto de 2017

204

Ayer me hiciste el amor por primera -  última vez. Quizás me lo vuelvas a hacer hoy, o mañana, pero ayer fue la primera única - última vez. Me acariciaste el alma con tus besos y yo te amaba, te amaba menos que hoy, pero más que antes de ayer. 


Este amor es tan fuerte que me deshace, me destruye, me elimina para luego reconstruirme, re-estructurarme en alguien que no soy, pero quiero ser. Y tengo miedo, tengo miedo de no ser lo suficientemente buena para él.



Prendiste la luz sorpresivamente y yo me tapé el cuerpo con el primer pedazo de tela que encontré, en ese instante juro que sólo quería desaparecer, o que por alguna coincidencia de la vida se corte la luz, por último, que se reventara el foco sobre mi, no sé, pero ya la había visto venir (literal) y, bueno, empezaste a joder, que te mostrara, que no me avergonzara de mi existencia, pero no podía, sólo corrí al baño para lavar el desastre y evitar que te fijaras en mi humanidad... Al salir del escondite, me miraste aquello que tapaba con mis brazos, sí, mi abdomen, qué más: sonreíste, sonreíste como un niño lindo, y algo confundido preguntaste:"¿En serio, por eso? ¿Por eso te avergüenzas?" Pues sí, eso me avergüenza, mi existencia me avergüenza, pero no pude responderte y sólo atiné a llorar, y decirte que era horrible, que no me gustaba...  - Carajo, ¿por qué hice eso? Una vez más pensando en voz alta... -  Dios, permaneciste sentado al pie de la cama, me tomaste por la cintura y me jalaste hacia ti, me abrazaste, recostaste tu cabeza sobre mi abdomen y tus labios no dejaban de decirme a gritos "Eres hermosa, yo te amo y sí por mi fuera me casaría contigo hoy mismo." Me apretaste tan fuerte contra ti que olvidé la vergüenza, y dejé de llorar; mi humanidad cayó sobre ti y, ambos recostados sobre la cama, dejamos que los segundos pasaran conteniendo el aire, como si quisiéramos detener el tiempo para no retroceder, ni avanzar jamás. Señalaste mi cabeza con tu dedo índice, me dijiste que estabas enamorado de mi y que ningún aspecto física iba a dominar tu pensamiento, que te importaba lo que tenía ahí dentro de esta cabeza -media hueca- y de lo que había en mi alma, señalando y acariciando desde afuera mi corazón.

¿Puede acaso haber un hombre más bello que tú?
Paciencia la tuya para aguantar mis complejos y no rendirte.
Paciente por esperarme y acompañarme. 
Sé que soy difícil, y que a veces tienes miedo de mis pensamientos y de las posibles acciones que puedo desencadenar, pero me amas sin prejuicios, me quieres libre y tuya al mismo tiempo. Me quieres y ya, y con eso basta. A mi me basta.

Yo que detesto hacer el amor con la luz prendida, lo lograste: me desnudaste el alma igual con la luz apagada.

viernes, 21 de julio de 2017

El amor no es experimentar con alguna nueva droga y dejarse llevar hasta nublar la mente; me gustaría definir al amor de otra manera, pero me queda resumirlo cada que miro mi brazo izquierdo.

Mamá dice que debo tener el alma sucia, que debo ser una persona que no tiene buenas intensiones para con el resto porque simplemente no puedo verme bonita frente al espejo. ¿Es verdad acaso que la belleza se lleva por dentro? Pues si fuera así, debo estar podrida allí dentro.

Nadie comprende el estado de depresión por el que paso; todos los años es igual. Debo admitir que estoy cansada de luchar. Sí, es verdad, estoy enamorada, pero no de mi, si no de alguien que me quiere por lo que soy y no soy, alguien que se siente seguro de tenerme y, aunque tenga miedo igual a perderme, me demuestra -como puede- su amor. Y es que el amor nunca me resulta suficiente...

Toda mi vida he buscado el amor en diferentes versiones: en aficiones, amantes y adicciones, ¿pero que hay de mi? ¿por qué me cuesta tanto ser feliz si aparentemente lo tengo todo? Y es porque no, no lo "tengo todo", principalmente porque no me tengo a mi.

Hay palabras que duelen, voces que salen de labios desconocidos que dejan marcas, aunque parezca increíble, en la piel; tengo heridas en lo más profundo de mi ser que no han cicatrizado y, aunque intento estar bien "todo el tiempo", cuando suceden situaciones como estas es como si me cayera alcohol y sintiera ese ardor, ardor intenso en la garganta, en el pecho, en el abdomen, en el centro: mi centro. Duele, arde, y es que, ¿acaso sabes qué es que te lastimen tanto: que te lastimes tú mismo y no sepas cómo aliviar o evitar sentir ese dolor?

Hay situaciones que duelen, palabras que duelen, golpes que duelen; hay momentos en la vida que son inolvidables, y no porque hayan sido bellos, si no porque causaron tanto daño, un dolor permamente que renace cada que rozan la maldita herida...

Me miro al espejo y me duele;
Cierro los ojos, y duele;
Intento respirar y lo que consigo es ahogarme con mi aliento, y es que me estoy perdiendo.

Llevo una semana sin hacer nada, y es que ya entendí que hacer nada me lleva al estado mental en el que me encuentro ahora.

Me extraño.
Me necesito y no estoy.

Siempre creí que el amor era compartir con alguien más, pero no tenía claro que ese alguien más siempre he sido, soy y seré yo.

sábado, 15 de julio de 2017

Insomnio final.

Mamá no se ha cansado en decirme que estoy muy bonita el día de hoy, sin embargo no puedo encontrarme bonita cuando me miro al espejo.
Mi enamorado me dijo que siempre me ve hermosa, y yo solo quisiera verme con tus ojos un momento.

Me duele sentirme así, estoy cansada de aparentar estar bien cuando en verdad me siento débil todo el tiempo y solo quiero dormir.

Papá me preguntó cuándo volvería a "comer saludable" y a entrenar como antes, yo insisto en que solo quiero dormir.

Hay enfermedades que no curan, aunque el amor exista. Ojalá pudiera amarme un poco más, así como estoy, sin más ni menos, como ellos me aman.

¿Es verdad que la gente ama lo que obtiene de ti, más no a ti?
Soy el medio, soy el camino, soy la distancia, soy el vacío.

Nadie me va a salvar.
Me cuesta volver a empezar.

jueves, 8 de junio de 2017

Flouxetina.


Mentí cuando te dije que no me gustan las rosas.
Mentí cuando te dije que no celebro aniversarios.
Mentí cuando te dije que no me gustan los detalles el día de mi cumpleaños.
Mentí la primera vez que me invitaste a salir y dije que estaría ocupada, que ya tenía planes.
Mentí cuando te dije que quería estar sola, que me encontraba bien sin nadie - y con nadie.
Miento cuando me preguntas cómo estoy, porque simplemente no estoy.

Miento constantemente con respecto a mi estado de ánimo. Digo que estoy bien, cuando es evidente que estoy mal, y sabes que no miento, porque se nota; tú lo notas. No sé cómo lo haces, últimamente previenes mis derrumbes emocionales, desde el día -1 estás pendiente de mi (casi) todo el tiempo y eso solo puede indicar una cosa: que logras amarme con todos mis defectos. O bueno, al menos eso me haces sentir, notar.

Te confesé mis inseguridades, aún así no temes en hacerme sentir cómoda en todo momento, de acariciar mi cuerpo como si me fueras a reconstruir en tus manos, de cogerme la mano y apretarla fuerte para (no) perderme - solo contigo en el camino, de besarme como si fuera siempre el último beso, que en ocasiones, es así como lo siento...

Tu presencia diaria, tu calor constante, este amor único que solo tú me das...
Ya no me siento sola, pero tengo miedo igual.
Antes de ti me prometí no volver a caer en adicciones vanas, no volvería a drogarme, no volvería a comer compulsivamente, no volvería a destruirme y caer en ese círculo vicioso que me lleva a la depresión, pero no pude. Volví a caer y sigo en esto. Me duele el cuerpo, me pesa la existencia y quiero dormir todo el tiempo, pero no me puedo dar ese lujo, no debo dejarme caer, no lo tengo permitido, no ahora cuando siento que todos me miran y al mismo tiempo me ignoran: porque nadie sabe en realidad cómo me siento.

Ya no quiero mentir y decir que me encuentro bien, cuando es obvio que no lo estoy, pero debo moverme, salir y buscar qué respirar, aunque me ahogue con mi propio aire, aunque me quiera morir en cada instante.

Hoy, como tantas otras veces, me encuentro peleando conmigo misma, porque me cuesta aceptarme, me cuesta quererme, me cuesta sostenerme.
Me es de suma urgencia florecer nuevamente, terminar este otoño en invierno y aproximarme a la primavera y quedarme en ella, aunque regresar al verano sería perfecto, pero no hay máquina que retroceda el tiempo.

Perdón por no ser quién soy, perdón por ser como soy.
Perdón por las mentiras y la falta de amor.
Perdón.

sábado, 1 de abril de 2017

Sin fin.

Encontrar defectos en quien te demuestra amor es humanizar.
Defectos y manías que no oculta y, que al final, pueden hasta gustar.

Observo al humano que me quiere y veo sus ojos brillar.
Sus labios tiemblan, sus manos no saben qué tocar:
evidentemente, está nervioso y soy yo quien genera su ansiedad.

Le falta el aliento, y no sabe si sonreír o respirar antes de suspirar.
Me acaricia como si fuera una piedra preciosa, su niña hermosa:
encuentra calidez en mi frialdad,
y no tengo mejor recurso que acobijarme en su forma de amar.

Me aterra su seguridad / me atrae, al mismo tiempo, esa sólida seguridad.
Sabe lo que quiere, sabe que me quiere, y repara todo el tiempo en hacérmelo notar.
Admiro su paciencia, la capacidad que tiene ahora (todo el tiempo) saber esperar.

¿Cómo no quererlo, si ha hecho de todo por entrar?
Pidió permiso para acompañarme en mi decidida soledad,
disfruta del caos que me envuelve y
no teme arriesgar, pues sabe que me va a ganar.

Le tengo un cariño bonito a este humano, que no sabe mejor cosa que amar.
Me contempla a lo lejos cuando estoy cerca y, cuándo estoy lejos, hace de todo por llegar.
No calcula sus movimientos y, en ocasiones, nos reina la torpeza: imposible de no besar.
Tengo grabados los susurros de deseo,
esas ansias de interminables besos inconclusos y de caricias sin rumbo.
Tengo cada recuerdo en mi piel como si fuera cierto,
cómo si hubiéramos consumado un crimen perfecto.

Este amor sin miedo equilibra mi universo,
genera en mi eventual saciedad.
Me ama de una manera sobrenatural y, sin hacer omisa mi locura existencial,
guarda la calma y sabe acompañarme en mi tempestad.

Me escucha y atiende;
me discute y me entiende.
No niego que ha logrado sacarme de quicio con su inepta ingenuidad,
pero tanta paz al final, es reflejada en mi accionar.

No sé cuanto tiempo sea necesario para sentirme segura y continuar,
pero disfruto de este amor bonito - compartido que me ayuda en mi andar.
A estas alturas de mi vida, mi prioridad es mi estabilidad emocional,
y este humano solo logra que sea infinita a mi manera, en todo momento y lugar.

Está seguro que se quiere quedar,
porque quiere todo conmigo y nada sin mi;

bienvenido el que (me) quiera compartir y (me) sepa esperar.




domingo, 26 de marzo de 2017

Perdón por nacer.

Cuando sientes que te ahogas y no puedes respirar, te desesperas y luchas por conseguir aire de donde sea, por simple instinto. ¿Acaso nos la vamos a pasar inventando un futuro sin vivir el presente como nos tocó? 

No recuerdo quién fue el que puso las reglas, pero claramente fui yo quien las rompió primero. 
Tengo que dejarte y no porque quiera, si no porque no podemos seguir haciéndonos daño.

No entiendo cómo se puede vivir así, con tanto dolor. 
Ojalá algún día deje de pensarte, y no porque no te quiera, si no porque mereces liberarte de mi.

martes, 14 de febrero de 2017

Vulnerable, así me encuentro.
Emocionalmente inestable, todo el tiempo.

Tomo la decisión de alejarme del mundo, mas no de la rutina porque – equivocadamente- es esta la que me mantiene “viva”.
No puedo afirmar que he intentado de todo, porque no es así, pero que no se diga que no me esfuerzo en conseguir la paz que tanto ansío.
Consumo drogas, o ellas me consumen a mí. Y no, no hablo exactamente de químicos o ácidos, pero sí fármacos; porque a estas alturas son más accesibles que la marihuana.

Llevo un pasado que me sigue pesando y, aunque se mantenga guardado en el cajón más bajo del mueble, no se me es muy difícil tirarme al suelo para hurgar en él.

Tengo miedo, mucho miedo; no me quiero, ¿a quién miento?
Me siento sola todo el maldito tiempo y es lo que quiero, pero no quiero y no sé. Nada sé. Sí pues, no sé lo que quiero.
O quizás sí: quiero dormir todo el día / quiero hacer ejercicio todo el maldito día.
Un dilema existencial que llevo día a día.
No quiero ver mi cuerpo reflejado en espejos, ni reproducidos en videos y por más que quiera sentirme bonita no encuentro razón para perder el tiempo en tanta tontería.
Sé que debo mantener mi mente ocupada/distraída en cosas productivas, pero aquí me encuentro una vez más, escribiendo para soltar y, sin darme cuenta, cayendo una vez más en este círculo vicioso que me lleva a la ansiedad.

Anoche bañé mi almohada en jazmín, pero el sueño se me entrecortó gracias a los laxantes que tomé antes de dormir. ¿Qué clase de loca que come sólo pasto y hierbas necesita evacuar con prisa para sentirse vacía?  Obvio yo, pero ni sé para qué.
No soy modelo, aunque presente comportamiento de deportista, no vivo de esto. Al contrario, pago para ejercitarme, para ocupar un espacio en un ambiente en el que en ocasiones me siento cómoda, cómo que en otras observada y juzgada: que si estoy muy delgada, que si hago mucho cardio, que si tengo algún secreto para verme tan bien cuando NO ESTOY BIEN, ¿acaso no lo ven? Las ojeras me llegan a las rodillas, mi cuerpo tiene moretones cada cinco centímetros o menos, mis manos tiemblan y mi corazón presenta arritmia cuando mantengo un nivel alto de entrenamiento; tengo grasa abdominal, la cual disimulo guardando la respiración y oculto bajo una correa gruesa de cuerina a la cual necesito hacerle un par de huecos más para creer que necesito reducir más la medida de mi cintura; tengo anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, gastritis nerviosa y en resumen ando nerviosa y ansiosa y deprimida pero no lo ven. Se me baja la presión, tengo pésima circulación, se me hinchan las venas y tengo un nervio al lado derecho del cuerpo que se me inflama a causa de este estrés constante. Tomo pastillas, intento comer -excesivamente- saludable, en lo posible, hago dos horas diarias de yoga, una hora de cardio, una hora de entrenamiento de pesas, media hora de entrenamiento funcional, lloro por las noches, pero finjo estar en mis cabales durante el día.

Estoy cansada.
Estoy muy agotada.
Estoy agobiada y no quiero salir de mi “zona de confort”.


Quiero estar sola, necesito estar sola, pero conmigo: y no sé dónde diablos estoy.