El amor no es experimentar con alguna nueva droga y dejarse llevar hasta nublar la mente; me gustaría definir al amor de otra manera, pero me queda resumirlo cada que miro mi brazo izquierdo.
Mamá dice que debo tener el alma sucia, que debo ser una persona que no tiene buenas intensiones para con el resto porque simplemente no puedo verme bonita frente al espejo. ¿Es verdad acaso que la belleza se lleva por dentro? Pues si fuera así, debo estar podrida allí dentro.
Nadie comprende el estado de depresión por el que paso; todos los años es igual. Debo admitir que estoy cansada de luchar. Sí, es verdad, estoy enamorada, pero no de mi, si no de alguien que me quiere por lo que soy y no soy, alguien que se siente seguro de tenerme y, aunque tenga miedo igual a perderme, me demuestra -como puede- su amor. Y es que el amor nunca me resulta suficiente...
Toda mi vida he buscado el amor en diferentes versiones: en aficiones, amantes y adicciones, ¿pero que hay de mi? ¿por qué me cuesta tanto ser feliz si aparentemente lo tengo todo? Y es porque no, no lo "tengo todo", principalmente porque no me tengo a mi.
Hay palabras que duelen, voces que salen de labios desconocidos que dejan marcas, aunque parezca increíble, en la piel; tengo heridas en lo más profundo de mi ser que no han cicatrizado y, aunque intento estar bien "todo el tiempo", cuando suceden situaciones como estas es como si me cayera alcohol y sintiera ese ardor, ardor intenso en la garganta, en el pecho, en el abdomen, en el centro: mi centro. Duele, arde, y es que, ¿acaso sabes qué es que te lastimen tanto: que te lastimes tú mismo y no sepas cómo aliviar o evitar sentir ese dolor?
Hay situaciones que duelen, palabras que duelen, golpes que duelen; hay momentos en la vida que son inolvidables, y no porque hayan sido bellos, si no porque causaron tanto daño, un dolor permamente que renace cada que rozan la maldita herida...
Me miro al espejo y me duele;
Cierro los ojos, y duele;
Intento respirar y lo que consigo es ahogarme con mi aliento, y es que me estoy perdiendo.
Llevo una semana sin hacer nada, y es que ya entendí que hacer nada me lleva al estado mental en el que me encuentro ahora.
Me extraño.
Me necesito y no estoy.
Siempre creí que el amor era compartir con alguien más, pero no tenía claro que ese alguien más siempre he sido, soy y seré yo.