Ayer me hiciste el amor por primera - última vez. Quizás me lo vuelvas a hacer hoy, o mañana, pero ayer fue la primera única - última vez. Me acariciaste el alma con tus besos y yo te amaba, te amaba menos que hoy, pero más que antes de ayer.
Este amor es tan fuerte que me deshace, me destruye, me elimina para luego reconstruirme, re-estructurarme en alguien que no soy, pero quiero ser. Y tengo miedo, tengo miedo de no ser lo suficientemente buena para él.
Prendiste la luz sorpresivamente y yo me tapé el cuerpo con el primer pedazo de tela que encontré, en ese instante juro que sólo quería desaparecer, o que por alguna coincidencia de la vida se corte la luz, por último, que se reventara el foco sobre mi, no sé, pero ya la había visto venir (literal) y, bueno, empezaste a joder, que te mostrara, que no me avergonzara de mi existencia, pero no podía, sólo corrí al baño para lavar el desastre y evitar que te fijaras en mi humanidad... Al salir del escondite, me miraste aquello que tapaba con mis brazos, sí, mi abdomen, qué más: sonreíste, sonreíste como un niño lindo, y algo confundido preguntaste:"¿En serio, por eso? ¿Por eso te avergüenzas?" Pues sí, eso me avergüenza, mi existencia me avergüenza, pero no pude responderte y sólo atiné a llorar, y decirte que era horrible, que no me gustaba... - Carajo, ¿por qué hice eso? Una vez más pensando en voz alta... - Dios, permaneciste sentado al pie de la cama, me tomaste por la cintura y me jalaste hacia ti, me abrazaste, recostaste tu cabeza sobre mi abdomen y tus labios no dejaban de decirme a gritos "Eres hermosa, yo te amo y sí por mi fuera me casaría contigo hoy mismo." Me apretaste tan fuerte contra ti que olvidé la vergüenza, y dejé de llorar; mi humanidad cayó sobre ti y, ambos recostados sobre la cama, dejamos que los segundos pasaran conteniendo el aire, como si quisiéramos detener el tiempo para no retroceder, ni avanzar jamás. Señalaste mi cabeza con tu dedo índice, me dijiste que estabas enamorado de mi y que ningún aspecto física iba a dominar tu pensamiento, que te importaba lo que tenía ahí dentro de esta cabeza -media hueca- y de lo que había en mi alma, señalando y acariciando desde afuera mi corazón.
¿Puede acaso haber un hombre más bello que tú?
Paciencia la tuya para aguantar mis complejos y no rendirte.
Paciente por esperarme y acompañarme.
Sé que soy difícil, y que a veces tienes miedo de mis pensamientos y de las posibles acciones que puedo desencadenar, pero me amas sin prejuicios, me quieres libre y tuya al mismo tiempo. Me quieres y ya, y con eso basta. A mi me basta.
Yo que detesto hacer el amor con la luz prendida, lo lograste: me desnudaste el alma igual con la luz apagada.