La carta que jamás leíste y que jamás leerás.
Infinitas gracias, una vez más.
Me preguntaste cuánto te quería y, después de besarte, te respondí infinito... Me repreguntaste, qué significaba para mi y yo sonreí. Nos despedimos y me dejaste ir.
Ya pasaron algunos días y lo siento, necesitaba escribirte esto:
Infinito, no hay lugar ni tiempo en el espacio que lo defina.
No está aquí, no es perceptible por ninguno de nuestros sentidos. Es único y, aunque parezca que sea lo que significa, no es eterno.
Oscuridad, luz, música, silencio, tiempo, viento, latidos, suspiros, calor, miradas, besos, manos, caricias, abrazos, tu cuerpo; el mio, tu voz; mi voz, tu alma; mi alma, el deseo, el placer, los sentimientos -que de por sí no son eternos, son infinitos en su momento- . Los momentos, nuestros momentos, son, fueron y serán infinitos. El cariño que siento por ti, mi amor hacia ti es infinito.
Y así, puedo seguir escribiéndote cada instante a tu lado, para hacer de esto también infinito, pero a estas alturas, ya no hace falta.
Es corto el tiempo que te conozco y es increíble lo mucho que te he llegado a querer; mágicamente todo esto es infinito. Es algo indescriptible, único, perfecto e imperfecto a mismo tiempo.
Tus miedos, mis miedos; tu sonrisa y el tiempo que desaparecía en ella. Cuando me abrazabas y me tomabas de la mano, cuando me soltabas para no tenerme cerca a ti, para alejarme y volver a encontrarte. Cuando te acercabas a mi sin previo aviso para decirme un te quiero al oído; cuando me besabas rápido, cuando me besabas lento. Mi torpeza, mi inocencia; tus bromas y molestias, mis celos y tus celos, que se evaporaban luego de un beso. Lo poco que conversábamos, cuando te miraba nuevamente a los ojos para decirte que te quería y que me encantabas y que no quería apartarme de ti.
Pregúntame de nuevo cuánto es que te quiero, para responderte que te quiero a mi lado, mientras tú me lo permitas, el tiempo que desees, sea corto o largo.
Pregúntame cuánto es que te quiero, para responderte que te quiero hacer feliz, el tiempo que me permitas estar a tu lado, como lejos, a la distancia también para cuando me quieras fuera de tu vida; yo te sabré entender, porque me doy cuenta lo mucho que te quiero que, conmigo o sin mi, mereces ser feliz.
Y, una vez más, pregúntame cuánto te quiero, para responderte con un beso, el último, que te quiero infinito. Te quiero por tu ternura, por tus besos y caricias, por tu curiosidad y esa forma mágica de hacerme el amor sin tocarme, porque me conoces más de lo que crees y, aunque el tiempo no esté a nuestro favor, porque quizás las cosas sucedieron demasiado rápido, te quiero por ser tú, te quiero por ser únicamente tú, solo tú.
Fuiste, eres y serás lo mejor de mi febrero, de mi marzo y de mi abril completo perfecto.
Gracias por tantos días, por tantas tardes y noches infinitas.
Gracias por aquel abrazo y el último beso.
Gracias por las memorias, sabiendo que al final, no estaban del todo bien.
Te quiero infinito, conmigo o sin mi, te quiero primero, te quiero igual.