Para cuando existía Paloma, la gente no (me) entendía. Yo, al menos me entendía, y me tenía. Me he buscado tanto tiempo, entre lo perdida que he estado, a duras penas, me he encontrado. He tenido/obtenido tantas versiones mías en la libertad que creé, y aún así no me doy abasto. Quizás antes de irme debí hacer algo revolucionario, pero me faltó valor. No me atreví porque consideré daño. Respeto, o algo así. Inseguridad, de mi.
Libertad. Libertad que ansío.
Comodidad. Comodidad que necesito.
El amor no me debe faltar: soy yo quién no me debo faltar.
Cuando me siento libre soy yo, cero intimidada, cien por ciento confiada, amada y respetada.
Es difícil verse al espejo enamorada.
En mis curvas busco defectos, creo vacíos en mi universo.
Mi mirada se nubla cuando me juzgo, y es que me hago daño sin querer queriendo.
Si me tengo, ¿por qué me detesto?
Si me tengo, me tengo.
Amar es abrazar el caos de alguien.
Supe que llegaría, en algún momento de mi vida llegaría ese equilibrio porque el que lloré años.
La ausencia de mi ser, en ocasiones oportunas, era el desfogue de mi alma.
Vivo podrida, cansada, asqueada.
En ocasiones, no me soporto.
La ansiedad me consume y no sé qué parte de mi cuerpo arañar sin dejar marca para que el resto del mundo no note mis trastornos.
Anorexia y Bulimia Nerviosa, Ortorexia Nerviosa, Permarexia, Potomanía, Comedora Compulsiva, Ansiedad, el mundo y yo.
Me rindo.
Me quito.
Me borro.
Me reinicio.