martes, 30 de abril de 2019

25.

Si tuviera que describir mi último mes de vida, definitivamente no concluiría, porque me hubiera ido antes de terminar.

Fueron días grises, nublados del humo tóxico de la irracionalidad. Fueron días en los que no vivía, y si respiraba era porque tenía qué, por alguien más, lejano a mi, sin satisfacción ni beneficio propio. Fueron tiempos de incomprensión, des-apego, soledad, mal humor, y hasta maldad. En todo ese tiempo mal ocupado, me detuve un segundo a pensar porqué me había hecho tanto daño y en qué momento dejé que todo se derramara para inundarme en falsas esperanzas. Fue ahí donde reconocí haber estado equivocada desde el día en que intenté volver a la casa que construimos con tanto esfuerzo, aquella casa que estaba en la desgracia... Buscaba más en su recuerdo y cuando intentaba regresar, no me hallaba. Me había hundido en el inmenso mar de mentiras, y no tenía puesto el chaleco salvavidas.

Créanme que fue difícil, créanme que lo fue. Esa sensación aguda en el pecho, ese llanto contenido en los ojos, al fin lágrimas que bajaban por mis mejillas, el nudo ajustado en la garganta, el dolor corporal, estar inapetente y con náuseas, resultante: 5 kilos menos de amor propio, rodillas partidas, columna vertebral torcida, cabello maltratado y uñas quebradizas, 6 noches sin dormir, 5 días de laburo para sobrevivir, y así, me había hundido en la peor depresión de mi vida, esperando que terminara la cuenta regresiva para volver a saber sobre él.

¿Que cómo sigo aquí? Me lo pregunto todos los días después de la catástrofe. Logré reconocerme como alguien a la que no quieren en su vida, con esas actitudes tan nocivas/destructivas. Sí, soy feliz, pero por ratos, no me pidan que lo sea todo el tiempo, pero disfrútenme si me ven en mi mejor humor, porque rara vez soy condescendiente, rara vez me dedico a dar atención, amor y comprensión, mas cuando quiero exagero, y no lo controlo y es ahí donde empiezan los problemas, la falta de afecto autónomo reflejado en la ausencia de su presencia.

Tiempo.

Bastaba perdonarnos a nosotros mismos, desmontar la mochila de los hombros y dejarla en el camino, con todos los recuerdos allí dentro. No regresar por donde anduvimos, si no escoger otro camino. Darnos el espacio de escuchar nuestro interior para tomar decisiones definitivas, no impulsivas, esta vez escuchándonos, sin necedades, ni maltratos. En la ruta a lo desconocido reconoceríamos cuál sería el destino final, y ¿quién lo sabía? Fuimos a parar en aquel abrazo infinito, con los nervios de punta, reflejados en la piel encrispada, y los miembros duros o mojados de cualquier placer similar al querer..

Suerte tuve de reconocer antes su mirada enamorada, y disipar esa resistencia que ponía ante cualquier gesto afectivo. Cuanto más reacio, más gancho. Encadenados. Y pasó lo que no necesariamente auguraba pasar...

Silencio, miradas, y un perdón que no sale de la garganta mientras nuestros labios se besaban. Y esa sensación de angustia, de no saber qué piensa, y los nervios que se apoderaron de mi sistema...

¿En qué pensabas cuando me acariciabas?
¿Pensabas cuando me besabas?

Hay tantas cosas, y cosas, no sé...
Pero yo tenía clara una sola: que no íbamos a volver.

¿Para qué volver al lugar donde nos hicimos tanto daño?
Lo tenía claro, no íbamos a volver: si no más bien comenzaríamos de nuevo.
Sí, comenzar de cero.

No me arrepiento de nada, porque haya pasado lo que haya pasado hemos aprendido, de lo bueno y más aún de lo malo. Todo lo mal vivido es reconocido, no olvidado, pero si oculto en lo más profundo de la tierra, donde no vuelva a percibir la luz, que no se alimente de ningún rencor y olvidar perdonando antes, dejando el orgullo consigo.

Hay lugares que no merecen personas, pero hay personas que merecen lugares, y yo, merezco el universo infinito, siendo así elijo, una vez más, quemarme en el infierno de sus brazos; porque creo que el amor se reconstruye, y que nunca hubieron malas intenciones, solo confusión, miedo e inseguridad, palabras y sentimientos que no existen más.

Hoy me encuentro en paz, después de un largo mes de dolor.
Hoy puedo reconocerme al espejo y elegirme a mi primero.
Hoy puedo darle por fin conclusión a los demonios que me amarraban al celo.
Hoy soy libre al final del día.
Hoy por fin puedo partir en vuelo.

domingo, 21 de abril de 2019

19 y 23.

La calidez de tu corazón siempre será mi hogar.

Creo que la vida tiene momentos de impacto, esos que te cambian los días por completo y terminan definiendo quién eres. Conocerte, fue uno de esos. Momentos que con el paso del tiempo, tienen efectos que se esparcen y crecen sin cesar.

Estoy tan agradecida con el universo por haberte puesto en mi camino, por darme la oportunidad de amar tan intensamente como te amo y de haber dado todo, incluso de más perdiendote así, en el acto.

Definitivamente encontrarte ha sido el mejor regalo de la vida, y aunque hayamos invertido mucho o poco, nada se compara a nuestro tiempo, nuestro mejor momento.

Te volvería a elegir una y otra vez más, porque eres y siempre serás el amor de mi vida, tú de 19 y yo de 23.

jueves, 18 de abril de 2019

Ciclo de abril.

Es abril y mi corazón está triste.
No ha habido ni un sólo día de este mes en la que no haya derramado alguna lágrima. No sé por donde empezar, ni tampoco si deba terminar, y por más que le de vueltas y vueltas al asunto termino en el mismo punto: sin saber qué hacer, decir o pensar.

Cabe la posibilidad de que esté haciendo todo mal, de que todo este tiempo haya sido invertido/perdido, pero todo tuvo sentido en arriesgar, arriesgar para perder, arriesgar para sanar, arriesgar para intentar curar la herida de aquel amor que no existe más.

He intentado mandar señales de humo, pero el fuego está apagado. He buscado excusas dentro de tus pensamientos para guardarlas en mi almohada y tenerlas presente cada noche que llegaba a ella a recostarme y llorar, llorar sobre tu recuerdo, llorar en mis sueños y despertar para seguir llorando en aquellas interminables duchas de agua tibia de casi una hora antes de ir trabajar.

¿Qué es la vida sin ti?
¿Qué es la vida sin mi?

¿Dónde estás, amor?
¿Es acaso que me estas buscando también?

Extraño tu olor, extraño tu piel, extraño tu mirada y aquella sensatez que adornaba tu ser.
Vuelve pronto, por favor.
Llevo días buscándote, esperando que me extrañes también.

Me duele fuerte el corazón, porque siento que te he perdido, porque siento que no te importo y que solo me buscas para llenar tu vacío.

Te dedique una canción, tú de 19 y yo de 23, pero no había canal emisor.