Es abril y mi corazón está triste.
No ha habido ni un sólo día de este mes en la que no haya derramado alguna lágrima. No sé por donde empezar, ni tampoco si deba terminar, y por más que le de vueltas y vueltas al asunto termino en el mismo punto: sin saber qué hacer, decir o pensar.
Cabe la posibilidad de que esté haciendo todo mal, de que todo este tiempo haya sido invertido/perdido, pero todo tuvo sentido en arriesgar, arriesgar para perder, arriesgar para sanar, arriesgar para intentar curar la herida de aquel amor que no existe más.
He intentado mandar señales de humo, pero el fuego está apagado. He buscado excusas dentro de tus pensamientos para guardarlas en mi almohada y tenerlas presente cada noche que llegaba a ella a recostarme y llorar, llorar sobre tu recuerdo, llorar en mis sueños y despertar para seguir llorando en aquellas interminables duchas de agua tibia de casi una hora antes de ir trabajar.
¿Qué es la vida sin ti?
¿Qué es la vida sin mi?
¿Dónde estás, amor?
¿Es acaso que me estas buscando también?
Extraño tu olor, extraño tu piel, extraño tu mirada y aquella sensatez que adornaba tu ser.
Vuelve pronto, por favor.
Llevo días buscándote, esperando que me extrañes también.
Me duele fuerte el corazón, porque siento que te he perdido, porque siento que no te importo y que solo me buscas para llenar tu vacío.
Te dedique una canción, tú de 19 y yo de 23, pero no había canal emisor.