Tiraste piedritas a mi balcón,
en realidad no te esperaba.
Salí a recibirte en pijama,
no era hora de visitas.
Mis padres dormían y
mi hermano aún jugaba en la computadora.
Trepaste con cuidado,
mi perrita ladraba.
Te resbalaste dos veces,
me reía de tu cara mientras tu renegabas...
Te ayudé para que dieras tu último paso,
me besaste apenas pisaste el piso del balcón.
Cerramos la puerta,
creo que los vecinos nos vieron.
Escuchamos ruidos, no nos importó.
Me pisaste tres veces,
yo te peñisqué dos.
Me miraste a los ojos y sonreíste.
Sonreí yo y me levantaste el mentón,
me besaste y desaparecí en mi interior...
Sobresalté cuando mis piernas tocaron el borde de la cama,
te empujé y te golpeaste la cabeza con la repisa de peluches.
Tocaron la puerta, tu me miraste asustado,
Te metí al closet y abrí la puerta despacio...
"Escuché algo, ¿todo bien?"
"Si mamá. Estaba bailando."
Cerré la puerta, esta vez con seguro.
Saliste sigiloso,
como un niño saliendo de su escondite.
Apagué la luz,
te besé y te tomé de la mano.
Te llevé a la cama y te echaste a mi lado.
Nos quedamos mirando las estrellas pegadas en mi techo,
reíste al mismo tiempo que yo y me preguntaste "¿qué tal tu día?"
Hablamos toda la noche,
abrazados en la oscuridad.
No necesitábamos más,
estábamos solos,
sentía tu respiración y tu corazón palpitar.
Me quedé dormida
y supuse que tu también.
Me sentí tan protegida esa noche.
Te sentía, te tenía aquí.
Desperté y ya no estabas,
la puerta de mi balcón estaba abierta...
Me levanté asustada,el sol me cegaba...
Encontré una nota en la mesa de noche:
"Gracias por la noche más maravillosa de mi vida."
Salí al balcón y te encontré en el muro sentado.
Me puse zapatillas y bajé.
Te abrazé.
No te solté.
Me susurraste al oído: Te quiero.
y fue así como me convencí que existías para mi.