jueves, 13 de diciembre de 2012

la niña baila.

Intensa y sensible,
profunda y complicada.
Sutil desgano de un cuerpo en un vestido blanco.
Cabello suelto que cae por su espalda.
En la cintura, sus manos;
con los pies descalzos,
danzaba en la oscuridad
al compás del viento y la magia que la acompañaba.
Se mira al espejo y descubre su cuerpo.
Senos reflejados,
cuello fino y delicado.
Curvas definidas sueltas sin alma,
placer visual para quien no quiera mirarla.

Se entrega muy rápido,
y a pesar que no hace el amor muy seguido,
siente, vibra y respira en su alma el deseo de lo perdido.
Hace las cosas sin pensar,
suele arrepentirse, pero ya qué...
Al final, no hay marcha atrás.

Imagina cosas, crea historias,
disfruta de las fotos sin contexto,
pornografía explícita sin amor de por medio.
Tiene gustos raros y suele enamorarse de cualquier pendejo que le proponga sexo.
Piensa mucho,
sabe que por eso muere lento.

Entre cosas del pasado
encontró detalles que lleva guardados,
recuerdos casi borrosos de amores pasajeros.
Mensajes sin borrar,
imágenes sin archivar,
historias sin contar.
Sueños apagados,
días grises con fondo morado.

Habitación de hotel,
aromas a piel.
Preservativos mal usados,
miedos frustrados.
Sensaciones pasajeras
y algún sutil orgasmo.

Sábanas de colores,
espejos evaporados...
Sudores y placeres jamás nunca encontrados.

Cinco cuerpos,
cinco miembros.
Cinco historias,
cinco cuentos.
Vacío de recuerdos que con el tiempo ya se hicieron pasajeros.

Historia de cinco.
Historia de uno.
Historia de ella.
Historia de ninguno.