lunes, 27 de abril de 2015

Cuenta Regresiva.


No puedes de dejar de ser quién eres por miedo, no puedes dejar de bailar mientras tengas alas para volar, Palomita.



No creo estar lista,
pero el tiempo apura.

No creo que esto que siento sea miedo,
es curiosidad y ansiedad por saber qué es lo que vendrá. 

No hay mucho por hacer, 
solo continuar.
Si algo se puede remendar es un alma descosida, 
llena de vacíos y soledad.

No hay que dejar pasar oportunidades, 
hay que moverse y hacer,
hacer más por nosotros y por aquellos que se lo merecen.
Si algo te preocupa, asegúrate de no haber entregado tu alma,
pues es lo único que te pertenece y es aquella fuerza que te mantiene vivo.
Si crees haberla entregado no te sientas perdido:
toca tu rostro, siente tus manos, abraza tus brazos, tu cintura;
intenta tocar tu espalda y busca en tu cuerpo tu ombligo.
Acaricia tus piernas, y date cuenta que te tienes, no te has perdido.
quererse levantar por las mañanas y encontrar un motivo para sonreír.
Siéntate para bailar tondero e inclínate para el coqueteo, deja que tu pareja te acompañe y te coloque el sombrero.
Ponte los tacos y lánzate a bailar, morena.
Coquetéale al zambo caporal y has que esa falda se mantenga en el aire.
Siéntete volar.
Siéntete amar.
toma un vaso de agua y ve, corre sin parar: ni te detengas para respirar.
Ahógate con tu propio aire y redescúbrete, siéntete, ámate.
que la gente disfrute de tu felicidad y quiera ser tú en ese momento.

Hacer más no significa entregar más,
hacer más significa ser y estar.

Si en algún momento entregaste de más, no te aflijas,
se entiende que la locura del amor se apodera de la situación. 
Somos humanos, seres inteligentes que perdemos la razón con la cabeza caliente.


Si te equivocaste, reconoce y mantente fuerte,
que nadie más que tú sea el motivo. 

Quizás es bueno darse un respiro y volver.
Volver a nacer cada cierto tiempo,
re-descubrirse y amarse como la primer vez que te viste al espejo,
cuando de niño no existían los complejos.

Amar es la cosa más hermosa del mundo.
Amar sana, amar cura, amar adormece.

Hay que volver a quererse,
No hablo de andar como payasos todo el día, aparentando ser quienes no somos.
Moléstate contigo cuantas veces sea necesario, pero no te lastimes.
Vuelve pronto, Palomita.
Vuelve a bailar marinera, a mover las caderas al ritmo de una cumbia sanjuanera.

Llega a casa y ponte zapatillas,
Sonríe, y qué importa si la gente piensa que estás loca,
no hay mejor placer que gozar de uno mismo.

Sonríe que eres hermosa,
Siéntete libre,
que nadie se atreva a arrebatarte eso que te hace única. 
Que nadie te diga que no puedes, (a menos que sea tu papá quién te diga que debes guardar reposo por un desgarro en el bicep femoral.)

Volvamos a empezar,
pero no demores. 
Apúrate, 
que el tiempo no espera.

Quiero volver.
Hoy y mañana me verán volver. 

sábado, 25 de abril de 2015

Reflejo de mi amor.


"Anoche sentía como si muchas alas me acariciaran toda, como si en la yema de tus dedos hubiera bocas que me besaran la piel.
Los átomos de mi cuerpo son los tuyos y vibran juntos para querernos.
Quiero vivir y ser fuerte para amarte con toda la ternura que tú mereces, para entregarte todo lo bueno que haya en mi, y que sientas que no estás solo.
Cerca o lejos, quiero que te sientas acompañado de mi, que vivas intensamente conmigo, pero sin que mi amor te estorbe para nada en tu trabajo ni en tus planes, que forme yo parte tan íntima de tu vida, que yo sea tú mismo, que si te cuido nunca será exigiéndote nada, sino dejándote vivir libre... 
Te quiero como eres, me enamora tu voz, todo lo que dices, lo que haces, lo que proyectas. Siento que te quise siempre, desde que naciste, y antes, cuando te concibieron. Y a veces siento que me naciste a mi.
Quisiera que todas las cosas y las gentes te cuidaran y te amaran y estuvieran orgullosas, como yo, de tenerte. Eres tan fino y tan bueno que no mereces que te hiera la vida."


- Carta a José Bartolí, Frida Kahlo,
29 de agosto de 1946.












sábado, 18 de abril de 2015

Diario amar.


No debo buscar; no quiero encontrar, pero cada cierto tiempo es inevitable volver a pensar en lo que fui y lo que soy, porque me extraño a ratos, sobretodo en mi soledad.


Placer inconsciente, aquel que aparece cuando pinto en el viento susurros de amor.
El palpitar de un corazón que al ritmo del amor baila de puntillas, sigiloso corazón que se entrega a la hora de amar.

No he dejado de luchar contra mis demonios, esos que me amarran y me prohíben quererme como jamás me he querido, como jamás me he conquistado, cosa fácil para muchos otros, quienes, sin mucho esfuerzo, lograron apoderarse de mi alma, probando de mi infierno y disfrutando un poco de mi haber y existencia. Gozo pleno de aquellos a quienes les abrí las puertas del paraíso, lugar que ni yo misma me atrevo a aventurar pues me perdería en su inmensidad y, que en verdad, muy pocos han sabido recorrer. Dichoso aquel hombre que logre tocar mi corazón sin usar las manos, bendito aquel que intente enamorarme y huir en el intento.

Mi libertad de amar se ha visto limitada con el paso del tiempo, tiempo que perdí por mal pensar y divagar. Son 21 años que han pasado corriendo, y el vacío existencial es cada vez más difícil de explicar. Puede que haya tenido suerte últimamente, pues me volví a enamorar pero no sé como andar. Por ratos no me siento yo misma y es porque no creo encajar. Será porque soy un mar de emociones incontrolables, marea alta todo el tiempo y constantemente loca por entregar, sentir, palpar, besar, amar... Es notable, vamos a ritmos distintos.

Me encuentro con los ojos cerrados y las manos amarradas hacia atrás, mis labios no se cansan de agradecer su existencia, y esperan a diario una respuesta, respuesta que no llega y yo terca, terca sin cansarme de intentar. Algo debo hacer para hacer sentir mi ausencia, quizás así me demuestre que me quiere como quisiera que me quiera. Porque me quiere, me quiere por ratos, rara vez en mi ausencia. Y me hace falta su calor, será porque algunos nacen para ser amados y otros, simplemente, no nos cansamos de amar, porque somos insaciables, somos inmortales y ahí viene el problema sin solución: el amor correspondido a medias y esa angustia de no saber, la soledad.

Ahora, como siempre y, aunque no la quiera, me acompaña constantemente. La soledad ha sido siempre mi fiel compañera. Y no, no estoy sola, tampoco triste, menos feliz, es un estado difícil de describir ya que por momentos me siento a morir, como en otros respirar no me alcanza para existir.

Necesitamos un respiro hasta de nosotros mismos, dejar de vernos por un tiempo y desaparecer. Volver a lo básico y a lo que nos hiere, hacer daño para volver a sentirnos humanos. Necesitamos volver a bailar desnudos, sobarnos con lo que tengamos enfrente o detrás, cortarnos apropósito para recordar qué placer había en jugar a no quererse; a dejar de comer por puro capricho, a masturbarse sin pensar en nada, a llorar sin control hasta quedarnos dormidos. Amanecer con el alma partida y extrañar. Palpar, sentir ese hueco en el pecho, ese miedo a vivir. Despertar sin respirar, vivir sin sentir y volver a empezar. Ducha fría, mucha ropa y salir a caminar. Neblina, malecón, piedras, mar. Teatro, cine, café y un minuto para amar. Encontrarme en ti mientras besas mi lunar, encontrarte en mi cuando te miro descansar. Dormir en tu pecho y despertar junto a ti, amarte el resto de mi vida, porque eres mis días y mi razón para sonreír. No quiero volver a ser el desastre que algún día fui y muero por pasar horas contigo así sea en silencio escuchando los grillos. Quiero pasar contigo lo que me resta de vida, vida que cambie gracias a ti.

Quiero compartir contigo mi neblina, mis paseos por la ciudad. Ir al teatro, visitar una galería de arte, sentarnos en un parque a respirar. Invitarte a cenar, llevarte a bailar. Quiero dormir a tu lado y entre tus brazos, respirar tu aire y que me quieras así, así como jamás me has querido, así como siempre yo te he amado.

Quiero compartirme contigo, quiero que me ames como soy, con mi locura y eterna adicción.
Espero no sea mucho pedir, llevo esperándote mucho tiempo.




sábado, 11 de abril de 2015

Mi semana.

- Si lo sé. Dependo de su voluntad, de su tiempo y su sueño.Él manda aquí, yo obedezco. Todo mal. Todo de cabeza.
Estoy enamorada de su ausencia. 
- En cierto modo, eres la novia perfecta, soñada por todo hombre. Quién no quiere una flaca que este así de enamorada, que diga esas cosas y que las haga, es un sueño.


Me encuentro releyendo el texto y no me encuentro. En realidad no creo ser tan buena como dice el resto. Me gusta querer y que me quieran en exceso. Pero jamás es reciproco.
Siento un poder absoluto, dudo que alguien pueda llegar a amar con tanta intensidad, tal como lo hago yo, y sí, debería aprender a dejar de esperar. 

Entrego mucho desde el primer momento y debería aceptar que es un error. Creemos merecer más de lo que tenemos pero si no entregamos qué, da igual.
El amor es complejo, y no pretendo definirlo sin antes averiguar que es lo que me lleva a sentirlo. Es profundo si se le quiere dar forma, es agridulce si se le da sabor, es invisible cuando uno es ciego y ciegos somos todos, ya no hay que pedir perdón.

Los domingos son tristes, quieras o no. Estés o no estés el vacío no se llena con migajas de amor.
Lamento decirte que no soy de las que amarran, soy de las vuelan y dejan volar y no importa si no regresan, soy yo la que vuelve siempre, pidiendo perdón. No hay valor a reclamos, mas si, con justa razón, espero tu regazo, pues todo te lo he dado y no sé si lo habrás notado...

Y bueno, que importa si no, el resto lo ve y lo valora. Me vale nada estar contigo sin ti, pues vivo extrañándote desde aquí. Que ya me acostumbre a tu ausencia los sábados por la tarde y los domingos antes de dormir. Que a partir del lunes los días son rutina y verte un día así es coincidencia para los dos. Que los martes se hicieron para dormir lejos de ti y sin ti; que los miércoles te escribo esperando que llegue el jueves, para poder saber de ti un viernes y si tengo suerte, un sábado te abrazo, te beso y te entrego todo de mi, para que me abandones por tus responsabilidades, mientras yo huya siempre de las mías, esperando siempre lo mejor de ti. De mi qué, si contigo corte mis alas para regalártelas a ti. Que te las pegué sin costura, para que no se te haga tan difícil el próximo vuelo a partir.

Que mis días son los mejores y peores desde siempre y, en realidad no sé si estás aquí. Que no me conoces lo suficiente ni yo a ti pero sé que los amantes se entienden así: sin muchos gestos, ni palabreo. Que lo nuestro no sé si será eterno, pero mientras tanto bailemos, bailemos descalzos, y si es posible, sin los pies; quitémonos la ropa y disfrutemos, disfrutemos de cada momento que no pasamos juntos, o que nos acompañamos a la distancia con el pensamiento.