No debo buscar; no quiero encontrar, pero cada cierto tiempo es inevitable volver a pensar en lo que fui y lo que soy, porque me extraño a ratos, sobretodo en mi soledad.
Placer inconsciente, aquel que aparece cuando pinto en el viento susurros de amor.
El palpitar de un corazón que al ritmo del amor baila de puntillas, sigiloso corazón que se entrega a la hora de amar.
No he dejado de luchar contra mis demonios, esos que me amarran y me prohíben quererme como jamás me he querido, como jamás me he conquistado, cosa fácil para muchos otros, quienes, sin mucho esfuerzo, lograron apoderarse de mi alma, probando de mi infierno y disfrutando un poco de mi haber y existencia. Gozo pleno de aquellos a quienes les abrí las puertas del paraíso, lugar que ni yo misma me atrevo a aventurar pues me perdería en su inmensidad y, que en verdad, muy pocos han sabido recorrer. Dichoso aquel hombre que logre tocar mi corazón sin usar las manos, bendito aquel que intente enamorarme y huir en el intento.
Mi libertad de amar se ha visto limitada con el paso del tiempo, tiempo que perdí por mal pensar y divagar. Son 21 años que han pasado corriendo, y el vacío existencial es cada vez más difícil de explicar. Puede que haya tenido suerte últimamente, pues me volví a enamorar pero no sé como andar. Por ratos no me siento yo misma y es porque no creo encajar. Será porque soy un mar de emociones incontrolables, marea alta todo el tiempo y constantemente loca por entregar, sentir, palpar, besar, amar... Es notable, vamos a ritmos distintos.
Me encuentro con los ojos cerrados y las manos amarradas hacia atrás, mis labios no se cansan de agradecer su existencia, y esperan a diario una respuesta, respuesta que no llega y yo terca, terca sin cansarme de intentar. Algo debo hacer para hacer sentir mi ausencia, quizás así me demuestre que me quiere como quisiera que me quiera. Porque me quiere, me quiere por ratos, rara vez en mi ausencia. Y me hace falta su calor, será porque algunos nacen para ser amados y otros, simplemente, no nos cansamos de amar, porque somos insaciables, somos inmortales y ahí viene el problema sin solución: el amor correspondido a medias y esa angustia de no saber, la soledad.
Ahora, como siempre y, aunque no la quiera, me acompaña constantemente. La soledad ha sido siempre mi fiel compañera. Y no, no estoy sola, tampoco triste, menos feliz, es un estado difícil de describir ya que por momentos me siento a morir, como en otros respirar no me alcanza para existir.
Necesitamos un respiro hasta de nosotros mismos, dejar de vernos por un tiempo y desaparecer. Volver a lo básico y a lo que nos hiere, hacer daño para volver a sentirnos humanos. Necesitamos volver a bailar desnudos, sobarnos con lo que tengamos enfrente o detrás, cortarnos apropósito para recordar qué placer había en jugar a no quererse; a dejar de comer por puro capricho, a masturbarse sin pensar en nada, a llorar sin control hasta quedarnos dormidos. Amanecer con el alma partida y extrañar. Palpar, sentir ese hueco en el pecho, ese miedo a vivir. Despertar sin respirar, vivir sin sentir y volver a empezar. Ducha fría, mucha ropa y salir a caminar. Neblina, malecón, piedras, mar. Teatro, cine, café y un minuto para amar. Encontrarme en ti mientras besas mi lunar, encontrarte en mi cuando te miro descansar. Dormir en tu pecho y despertar junto a ti, amarte el resto de mi vida, porque eres mis días y mi razón para sonreír. No quiero volver a ser el desastre que algún día fui y muero por pasar horas contigo así sea en silencio escuchando los grillos. Quiero pasar contigo lo que me resta de vida, vida que cambie gracias a ti.
Quiero compartir contigo mi neblina, mis paseos por la ciudad. Ir al teatro, visitar una galería de arte, sentarnos en un parque a respirar. Invitarte a cenar, llevarte a bailar. Quiero dormir a tu lado y entre tus brazos, respirar tu aire y que me quieras así, así como jamás me has querido, así como siempre yo te he amado.
Quiero compartirme contigo, quiero que me ames como soy, con mi locura y eterna adicción.
Espero no sea mucho pedir, llevo esperándote mucho tiempo.