viernes, 20 de noviembre de 2015

Bitácora.

Hubiera sido perfecto enamorarnos un viernes por la noche, cuando el cansancio abruma y las ganas de dormir nos ganan. Que llegaras con una botella de vino a mi casa, pidieras permiso a mis padres para raptarme por un par de horas y escaparnos lejos, tomados de la mano, abrazados con el alma.
Llegar a un lugar cómodo, sentarnos uno al lado del otro; despejar el cielo con sonrisas, abrigarnos con besos y caricias; contarnos la semana, las veces que peleamos por un poco de tiempo y espacio. Brindar por el amor que nunca nos tuvimos, por las noches que pasamos en vela pensándonos en silencio, sin un mensaje de auxilio o llamada para el olvido. Soñarnos juntos despiertos, pensarnos a futuro, juntos y viejos. 

Hubiera sido perfecto igual que te aparezcas sin nada, con el corazón en la mano y un perdón en la garganta. 
Hubieras sido perfecto si no fueras tú, mi perfecto imperfecto. 

Siempre quise contarte lo mucho que me haces falta.

Ya no te espero, 
pero cómo te pienso, cómo te sueño, cómo te quiero.