sábado, 19 de noviembre de 2016

Sin memoria

Ella sólo pide que la quieran.
Ella sólo quiere un poco de amor.
Ella está confundida, y lo único que tiene claro es que no quiere sentir más dolor.

No recuerda con exactitud cuando fue la primera vez que dejó que la tocaran bajo la falda, 
no recuerda la primera vez que dejó que de ella abusaran. 
Niña ingenua y confiada. 

Ella era la visita de los fines de semana, él la sentaba en sus piernas y sobre estas se balanceaba. Él lo disfrutaba, ella sólo cabalgaba, dentro de su inocencia no diferenciaba lo correcto de lo insano: le acariciaba las piernas y a ella le gustaba.
No recuerda el momento en que su madre, algo alterada, la levantó en brazos cuando con una niña mayor jugaba a tocarla, no recuerda si quiera la vez en la que un niño de la misma edad la arrinconó para besarla y manosearla. Tampoco tiene recuerdos de las veces que fue agredida en el colegio durante horas de clase, de la vez que un amigo le rompió los lentes en la cara al golpearla con un folder solo porque, según él, no era agraciada. 

No, no quiere recordar las veces que escuchaba comentarios de sus compañeros en el recreo, diciendo que tal o cuál era la más bonita, lista donde ella nunca figuraba. Olvidó el momento en el que Johanna le pegó un chicle en el cabello y le dijo que el cabello largo era un estorbo, que debía cortárselo porque así se le vería bonita. 

Intenta no recordar la primera vez que, después del almuerzo, se metió dos dedos en la garganta para vomitar un plato de ensalada. Por suerte, en su cuerpo ya no quedan marcas de las heridas que tenía a la altura de la cintura por amarrarse una correa ajustada. 

No existe memoria alguna de la vez que, a la fuerza, le hicieron "el amor", mucho menos de aquellas caminatas largas rumbo a casa, luego de ser "consentidamente" abusada por un joven del cual ella creía haber estado perdidamente enamorada.

¿Qué va a recordar todo el daño que ella sola se hizo por querer sentir amor?

Le cuesta caminar derecha, le es difícil caminar con la mirada en alto.
Hoy miró su cuerpo desnudo frente al espejo, y se preguntó qué había hecho todo este tiempo.
Ingresa a la ducha y deja caer sobre ella agua helada. 
Llora, llora desconsolada.
Siente un hueco en la boca del estómago, grita de dolor y se pregunta por qué, por qué; 
junta su frente contra la pared y golpea el revestimiento de cerámica,
gira sobre sí, deja que su cuerpo se resbale con el agua, y sentada se abraza las rodillas,
pone sus labios sobre ellas y se besa, se besa mucho como si se quisiera.
Trae un moretón en la rodilla derecha y, por suerte, no recuerda qué fue lo que sucedió para que lo tuviera.




domingo, 6 de noviembre de 2016

Memorial Dominical


24 julio 2016

Sería bonito poder compartir contigo, poder tomarte de la mano y caminar juntos... Es algo que me gustaría poder vivir. Me gustaría prometerte eso pero, lamentablemente, no puedo.
¿Sabes lo que siempre sueño? Estar caminando de la mano, que te adelantes y luego voltees sonriendo.


Me ha pasado que siempre soy yo quién va más allá, que sobrepiensa las cosas y hasta llego a imaginar situaciones fuera de la realidad. En muchas oportunidades me he quedado colgada pensándote e imaginándote, y siento que puedo traerte con la mente. Pensé que solo me pasaba a mi y no a ti, pero después de esto ya no sé qué pensar. Y sí, es la situación más extraña pero bella que me ha tocado en la vida. Ahora que estaba en la playa, me perdí en la infinidad del mar: la calma, la brisa, el escaso ruido del vacío inmenso que ocupa el lugar, cerraba mis ojos y juro que podía sentirte, se me erizaba la piel de pensar que algún día pueda percibir tu aroma, verte a los ojos, rozar nuestras manos y reírme frente a ti, ponerme evidentemente nerviosa y no saber qué hacer... 
Qué circunstancia para más bonita, qué bonito haber coincidido así. 
Si pasó, seguirá pasando o pasará no sé, pero este presente, a pesar de la distancia, no lo cambio por nada.




sábado, 5 de noviembre de 2016

Pedazo de Infierno

Andamos tomados de la mano caminando alrededor del parque, como si fuéramos dos niños enamorados, sin rumbo ni dirección, con basta soledad y sin amor.
Noviembre, madrugada, humedad, pista, taxis, vereda, en la esquina a la derecha, postes de luz, cables que cuelgan, puertas, ventanas, escaleras, barandas, gente que habla, perros que ladran, en la esquina a la izquierda, motocicleta, patrulla de serenazgo, semáforo en verde, cruzamos la esquina, árboles, bancas, pared amarilla, te detienes: mis ojos en tus ojos, mis labios en tus labios. Reposas tu cuerpo sobre la parte trasera de un auto, sin cuidado, me jalas hacia ti: tus manos bordean mi cintura, mis manos reposan en tus hombros. Te miro, me miras; sonríes y suspiras. Me aprietas fuerte contra ti y me besas, te llevas mi aliento, te llevas mis verbos... Que vamos muy rápido, pero nunca hay tiempo. Mientras con una mano te aflojas la correa, diriges una de mis manos con la otra y haces que te estruje el miembro,  Desabotonas el pantalón mientras deslizo el cierre hacia la parte inferior. Te beso el cuello, me coges las tetas, estoy excitada, traes mi piel erizada; me peñizcas, te muerdo... Que te la chupe ahora que no hay nadie, me dices, y yo sonrío, obediente, me agacho, de cuclillas te beso, y te empiezo a lamer arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba. Te chupo los testículos, y tu pene se subleva. Te miro desde abajo, y lo disfrutas, cierro los ojos y te la chupo completa, me atraganto, y siento que me ahogo, mientras lloro. Me agredes, me jalas del cabello, me empujas la cabeza, te escucho jadear, intento parar, me tiras una cachetada y abro los ojos. Te miro e intento hablar, me pides que siga, te escupo y continúo, te masturbo y me la vuelvo a meter a la boca: tengo los labios hinchados y la garganta dilatada, me vuelvo a atragantar porque me obligas a hacerlo, mis ojos lagrimean, pero no me detengo. La chupo, la succiono, la vuelvo a sacar y golpeas tremenda belleza mis labios... Mi lengua acaricia, mi labios besan y mis manos no dan tregua... ¿Que si quiero que te vengas? Qué pregunta tan obvia. Estamos al limite, se escuchan pasos, un claxón, me dices que me pare y no refuto, me reincorporo y me cuelgo a ti y me besas, y me tomas de la cabeza, y me acaricias el cabello, y me abrazas y no me sueltas y siento que te quiero, que me quieres, pero debemos terminar. Pasaron dos autos a poca velocidad por la pista, personas por la vereda. Silencio. "Agáchate", me agacho y te veo venir sobre mi, en mis labios, en mi cuello y en mi pecho, líquido blanco y espeso, Me levantas el mentón, y no cambiaría semejante humillación por un momento así, esa sonrisa tan plena, repleta de satisfacción. Y te quiero un ratito más, para mi, pero no, debemos huir el uno del otro, porque tengo claro que no eres para mi y que yo no soy para ti. Coincidimos así, para vernos a escondidas, para querernos sin amor y de a poquitos, sin pertenecernos, porque es así y no hay remedio, no hay agua que apague este fuego. No sé cuantos años vamos quemándonos en este infierno, infierno del que quiero huir para siempre, pero siempre vuelves. Y qué hago, si no te quiero, pero te tengo y me tienes, qué hago, si siempre vuelves.