¿Cuántos nuevos correos, cartas no enviadas, redes sociales bloqueadas, silenciadas, eliminadas bastarán para avanzar?
Como si todo lo que hiciera para no pensarte fuera una intención válida para olvidarte al fin.
Me cuesta pararme de la cama otra vez,
empezar de cero se ha vuelto un deporte extremo.
Todos los días me miro al espejo y te lloro, porque aún ausente sigues presente. Y por más que grite con la almohada pegada a la cara, arranque las sábanas del colchón, las tire al piso, me golpeé la cabeza contra la pared y termine tirada en el piso ahogada en llanto, nada es suficiente para dejar de sentir este vacío, o seguir llenándolo con dolor.
Escucho canciones nuevas, pero todas traen tu recuerdo.
Eliminé contactos, conversaciones, carpetas de fotos y videos, resulta que nada es suficiente.
Esta montaña rusa parece no tener fin, y me permito sentir, me permito sanar, y sí que todo esto va a costar más que un par de meses más de terapia, más que lo que invierto en comida, o sesiones de gimnasio, más que el tiempo que aún sigo dándote los fines de semana cuando vienes por algo de cariño.
Suerte para ti.
Suerte para mi.