sábado, 30 de enero de 2016

Historial.

Nunca voy a disculparme por tener tanta alma, por ser demasiado emocional, o tener demasiado amor para ofrecer.

Ayer leí tus mensajes, esos que me mandabas cuando me querías, y lloré. Sentí como si me lo dijeras de nuevo y me emocioné. Pensé que eras tú el bueno, el que no se iría, pero una vez más, me equivoqué.

23 nov 2015.

- Eres buena chica, te mereces cosas buenas, siempre pensé eso. Pensé que era mi responsabilidad dártelas pero ya conocemos la historia...
- ¿Sigues pensando en mi?
- Sí, pienso fácil porque te quiero. Aprendí a quererte de verdad.
- Capricho, como el mío.
- No, fue una opción que tome...
- Y cuando se quiere de verdad no se olvida...
- ... en su momento y, bueno, no te olvido pues, aquí estoy, al fin y al cabo.
- Falta poco para que viajes...
- Sí, y regresaré en una relación.
- Lo más probable es que seas el amor de mi vida, pero te digo adiós.
- ¿Hay algo más que hubiera podido hacer? Hasta te besé, creo que jugué todas mis cartas... Siempre preferirás a otro, no importa cuál sea el nombre yo siempre seré el "amigo" y ya. No me siento menos por eso, tampoco.
- Te quiero.
- No me siento mal por jugar el papel que me tocó. Nadie sabe la relación que tenemos, nadie se imagina y mejor así. Por eso es especial, siempre lo será.
- ¿Eres feliz?
- Ando en eso, encontré a una chica que me quiere, eso me da felicidad...
- ¡Suertudo!
- Las cosas pasan por algo, por decisiones más que por suerte.
- ....
- Sí, decisiones.
- Disculpa por no tomar buenas decisiones. Ser buena persona no es suficiente.
- Eso lo aprendí hace un tiempo, no te disculpes conmigo, yo no me arrepiento de nada contigo, todo valió la puta pena.
- ¿Puedes dejar de despedirte? Tú no te vas a ir.
- Ni idea de como será todo...

Y te fuiste, fue inevitable que no lo hicieras. La noche que estabas en el aeropuerto me preguntaste si iba a recordar las últimas conversaciones y ¡cómo olvidarlas! si desde hace 18 días no hago más que repasarlas en mi mente, una tras otra, analizando cada gesto, cada palabra, cada tono de voz y cada mirada. Pensé que esto iba a ser más sencillo, que no me dolería y que estaría lista y en paz luego de darte carta libre para que encuentres tu felicidad lejos de mi. - Como si de mi dependiera tu felicidad, equivocada completamente. - No fue fácil, no es fácil, sigo trabajando en esto.

Hoy me imaginé y me sentí en el lugar en el que tú has estado durante estos dos años. Me puse en tu lugar y, quizás, era necesario que tenga que pasar por todo esto para entender muchas cosas, para entenderte y para odiarme por lo sucedido. El amor sana, el amor cura, el amor libera y contigo tuve el paquete completo. ¡Suerte que no te volviste loco por mi! Y fue más que suerte, la mejor decisión de tu vida. Decidiste darte la oportunidad de ser feliz, y dar felicidad a alguien más que quizás se merezca un amor como el tuyo.

Hubiera querido cumplir el rol de enamorada en tu vida, hubiera querido que los otros amores que en algún momento elegí, me hubieran tratado como tú la tratas a ella. Ninguno me dio la importancia suficiente como para que aún reinen en mi corazón, quizás por eso es que ella está tan enamorada de ti, como yo. Y ya no sé qué estoy hablando, nuestra amistad nunca alcanzó, nunca fue suficiente como para darnos todo el amor del universo, igual, sin saber que nos traería el futuro.

Mi decisión fue quedarme contigo, y en ti. Me quedo con las noches infinitas por la playa, y los deseos que pedimos estando allí. Me quedo con las tantas noches en las que no podías conciliar el sueño y me buscabas a mi. Me quedo con las ganas que nos quedaron en aquel parqueo cerca al "delfín". Me quedo con el calor de tus besos y tus ojos abiertos, observadores de todo y de nada. Me quedo con tus manos pequeñas sobre mis largas piernas, y con los últimos eventuales día de semana: me quedo con el martes 15 de diciembre y una botella de vino en la mesa de noche, cerca a tu cama; me quedo con el jueves 17 y el humo de la marihuana; me quedo con el sábado 23 de diciembre y el primer viernes de este año nuevo, donde compartimos el mismo cielo, nuestro cielo. Me quedo con la previa despedida del lunes 11 de enero y el martes 12, que fui a buscarte para darte el último beso. Me quedo con tus declaraciones de amor, y tu resilencia, tu manera tan lógica de asumir las cosas. Me quedo con todo eso y más. Me quedo con lo que inventé de ti para hacerme creer que eres un hombre perfecto, de otro mundo, de otro universo. Mi hombre bello, perfectamente imperfecto.

Estos últimos días junto a ti aprendí a quererte como eres, a acariciarte a la distancia a pesar de sentir tu piel, a compartirnos desde el primer día, a ojos cerrados, sin conocernos y a saber entender que no eres para mi, que no soy para ti. Tenía claro tu futuro, sabía que te irías, sin embargo arriesgué y te di todo lo estuvo a mi alcance. Si a fracaso nos referimos, la decisión fue compartida. Fracasamos los dos, yo por no querer, tú por no creer. Tenías todas las de ganar, pero jugaste tus cartas a tu favor y está bien, siempre estuvo bien.

Sin nada ya me has hecho feliz, siempre me has hecho feliz. Te debo el universo entero, lástima que dentro de mi pobreza no pueda darte más.
Gracias por hacerme la chica más feliz del universo, universo que creamos para ambos.
El lobo dejó la estepa. El lobo no pudo encontrar mejor guarida que lejos de aquí.



Pd.
He vuelto a leer la carta que te envié la noche en que viajaste a Madrid.
He vuelto a enamorarme de ti.

jueves, 28 de enero de 2016

16. Un adiós inevitable.

Es bonita y sí, yo también me hubiera enamorado de ella. Tiene todo lo que yo no tengo y eso la hace más bonita aún.
Me atrevería a decir que es más bonita que yo y se le nota en el alma; te trae loco, no lo niegues.

Es bonita, muy bonita. Es bonita.
Hay ternura en su mirada, y tiene unos labios preciosos. Ella está enamorada, ella está ilusionada. Ella cree en ti, ella te ama.
Es la novia más linda que he visto en mucho tiempo, y no puedo negar que se ve hermosa junto a ti.

Te mereces alguien así, tan bonita, tan linda y pura de alma, tan ella, tan tuya...
Estuve quizás equivocada hace algún tiempo, tratando de encontrarle peros y excusas al amor que pintabas, pero no, parece que me equivoqué y sí, esta chica es para ti.
Nunca he visto unos ojos color caramelo que brillen tanto al sonreir, ni unos labios delgados pero bellos, que de seguro encajan con los tuyos.

Qué bonito es verla sonreir junto a ti, qué bonitos los dos.

Repaso en mi mente la última llamada, cuando me preguntaste sobre mi opinión, o de lo que debería saber sobre ella, e insisto, hay cosas que aún no encajan, pero ella te enamoró, te enamoró a su manera, con su verbo y su sexo, con su mente menos transtornada y el futuro venidero junto a ti.

Tengo que dejarte ir, eres feliz. Y por fin vas encontrando el camino, así sea lejos de mi.
Te pedí que te quedaras, que te quedaras conmigo, pero fue tarde. Tarde porque sabía que ella reinaba en ti.
 
Tú no me rompiste el corazón, yo lo rompí delante de ti. Quería conocer en cuántas partes podías llegar a quererme, pero el tiempo no estuvo a nuestro favor.

Presenciare tu despedida, admirando como te marchas hacia tu destino, y si tu destino soy yo pues te estaré esperando…. y si no, amaré eternamente mi recuerdo, tú recuerdo, nuestros recuerdos.

miércoles, 27 de enero de 2016

Día 15.

No era amor,
tus ganas de conocer algo distinto.
No era amor,
mis ganas de llenar el vacío.

¿Me olvidaste, cierto?


Ojalá me hayas encontrado sin haberme buscado.
No quiero que vuelvas a mi sin que primero me hayas olvidado.

Nos imaginé adultos. Nos visualicé juntos.
Dicen que el poder de la mente es poderoso y en verdad si eso fuera cierto ya sabría noticias de ti. (Y las tuve, pues me llegó un mensaje tuyo pidiendo que no te vuelva a escribir.)
Nos vi yendo a visitar a tu papá, me vi acariciándote mientras dejabas tu vista divagar. Tu cabeza estaba recostada sobre mis piernas y tu respiración me inspiraba a darte más amor del que mis manos podían, en ese momento, dar. Estuviste callado por varios minutos, soltaste una risa casual. Volteaste hacia mi y te acercaste a darme un beso. Qué intenso. Cuanta complicidad en ese momento.
Nos soñé despierta, mientras esperaba entrar a consulta médica.
Tuve miedo, ¿sabes? Aún lo tengo.
El medico preguntó por ti y le dije que te habías ido. Me preguntó si volveriamos a vernos y le dije que probablemente a tu retorno. Repreguntó, como si fuera de su incumbencia, si la relación se acabó de manera definitiva y yo mentí. Mentí, porque entre nosotros no hubo mayor relación que la espiritual y le dije que no, que dudaba en que volveríamos a vernos si a ESE sentido se refiere.

Te bloqueé de mis redes sociales, borré nuestro historial en whatsapp y snapchat para luego proceder a bloquearte. La situación no duró mucho, pues, pasado unos días te desbloqueé mas no tenemos el vínculo de seguimiento porque nuestras cuentas son privadas. No sé cuanto me dure esta situación, probablemente para cuando regreses, con algo de suerte, ya te habré olvidado. Dejo en claro que esto no es berrinche, es solo una manera de desintoxicarme de todo, por lo menos hasta que regreses a Lima. Hace algunos días en casa no toleraban verme con un humor tan bipolar: por momentos triste, ida, perdida. Ha pasado una semana desde que preguntaron por ti y mejor si no vuelven a hacerlo. No me conviene hablar de ti, dije que no volvería a hacerlo pero vuelve la burra al trigo. (¿Así cómo tú volverás conmigo?)

¡Basta! ¿Por qué volverías a mi? ¿Por qué?, si te veo feliz. Si ahora estas enamorado y no creo que lo aparentes, y lo sé porque ella puso su álbum de fotos de manera pública, quizás como una manera de decirme que ella es tu presente y que no importa más que ustedes dos.

No puedo hacer nada, no debo hacer nada. No puedo permitirme ser egoísta, porque encontraste el amor sin buscarlo y así es como sucede.
Volverás, lo sé. 
Volverás pero con ella.

domingo, 24 de enero de 2016

Recuerdo de Domingo

Sonries al verme salir de casa mientras me esperas sentado dentro del auto, cogiendo el timón y la palanca de cambios para disimular tu nerviosismo. Yo, por mi parte, intento no mirarte a los ojos mientras cierro la puerta de mi casa. Aludiendo a mi torpeza, mientras camino hacia ti, me tropiezo con la nada, es que al sentirme observada, las ganas de llegar hacia ti me juegan una mala pasada. Al ingresar al auto, lo primero que hago es plantarte un beso, me acomodo en el asiento, abrocho el cinturón de seguridad y no dejo de hablar. Tú me miras sonriendo y, aún sorprendido por la manera tan natural en la que actué, enciendes el motor para arrancar. 

Vas lento, andas en neutro, colocas tu mano derecha sobre mi pierna izquierda y me erizas la piel, sin pisar freno, me besas: cierras los ojos y me besas los labios como si disfrutaras de tu postre favorito. El auto se volvió nuestro cómplice y, al parecer, teníamos la pista para nosotros solos. Salí del trance y te recordé que estabas manejando, solo haces un gesto de media sonrisa, te separas de mi, y aunque ya no puedo percibir tu aliento, tu mano sigue sobre mi. Conduces con una seriedad que excitaría a la mujer más frígida del mundo. Y ya me conoces, sensible desde mis entrañas, sobretodo ante ti, contigo y por ti. 
Semáforo en rojo, tu aliento nuevamente sobre mi, me muerdes los labios y los dejas palpitando, me dejas con más ganas de ti. Tengo la necesidad de tocarte y sin miedo a que cualquier transeúnte se vuelva espectador de nuestro amor, acaricio tus piernas, me dejo llevar y justo cuando comienzo a perderme en ti, el claxon de una camioneta nos avisa que el semáforo cambió de color...

Llegamos al establecimiento de comida rápida y me fue inevitable abrazarte mientras ingresábamos al local. Me comporté como una niña enamorada, colgando de tu espalda, sintiendo tu respiración. Embobada por el calor que emanas, disfrutando del peculiar olor que sin fragancia alguna posees. Pedimos un par de hamburguesas y, mientras esperábamos el pedido, me siento frente a ti para observarte. Mis dedos rozan tus labios y se deslizan por tu barba. Tienes los ojos abiertos, sano como ningún otro día. Poco a poco te vas achinando, sin dosis alguna de humo, pareces encontrarte en un estado placentero que ninguna droga conocida en el mundo pudiera darte. No creo que mi amor sea la droga, y dudo mucho que hayas imaginado antes tenerme así, tan tuya, tan perdida en ti. Recogimos las hamburguesas y nos dirigimos al auto. Salimos rumbo hacia nuestro lugar favorito. En el camino, te acercaba a la boca las papas fritas, y no sabes cuanto disfrutaba ver la manera en la que las comías. Me fui enamorando de esos pequeños detalles, sin querer me encandilaste. Nuestras conversaciones, a veces profundas, acompañaban nuestro viaje. Me encanta tu tono de voz, la manera en como intentas escucharme sin hacerlo, tienes un don particular para llamar mi atención, para mantenerme ahí.

Llegamos, estacionaste sin apuro, bajamos del auto y, como dos niños románticos, nos sentamos a comer a orillas del mar.



Hoy es Domingo, es de noche y me encuentro aquí, en el mismo lugar. No tengo una hamburguesa, tampoco te tengo a ti. Me quedan los buenos recuerdos y tu ausencia. Me quedan las ganas de volver a estar junto a ti. Miro el mar y trato de dibujar en mi mente los recuerdos que fabricamos. Escucho como las piedras chocan unas con otras y te siento aquí, besándome. El olor de la brisa, las luces del puerto a la lejanía, la oscuridad que fueron partícipes de nuestras travesuras me acompañan hoy.
Me veo envuelta en esa mágica sensación de verte junto a mi, de sentirte sin que estés, con la intención de que te comuniques conmigo aunque sea con el corazón. Pura fe, mi dios.

Daría lo que fuera para que vuelvan las noches en las que venías a casa para invitarme a dar una vuelta. Debiste raptarme y no devolverme nunca. Debí huir contigo mucho antes, permitirme quererte más y darte la seguridad de que conmigo podías compartir mucho más que la soledad.

Tengo un corazón ansioso esperando tu retorno.
Vuelve y dame una razón para dejarte ir.
Regresa para olvidarte.
Ven y me alejo de ti.

jueves, 21 de enero de 2016

A seis horas.

Elimina todo lo que no te deja avanzar. Elimíname si es necesario.

No puedo permitirme ser egoísta contigo, tú que has intentado darme todo sin hacer mucho, haciendo todo y nada al mismo tiempo.

Tu tiempo, tu espera, tus días y noches (mal) invertidas/perdidas pensando en mi o más en ti sobre mi, dentro de mi, conmigo y sin mi.

Pensamos mucho, hicimos poco. Es por eso que estamos donde estamos: yo aquí, a seis horas de ti, a destiempo.

domingo, 17 de enero de 2016

Locura Intelectual




16/17 enero 2016.
Lima, 10:20 pm. Barcelona 4:20 am.

"Déjame delirar, rondar por los caminos más nublados, perderme en la nada y volver. ¿Te veré al volver, no? Obvia la última parte "...no?" Te veré y punto."

sábado, 16 de enero de 2016

MIERDA.

Día 4.

Lima, 8:13 am.
Barcelona, 2:13 pm.

Justo ahora que empiezo a quererte, te desapareces.
Justo cuando tú eras el motor para mi despertar.
Justo a tiempo para reprocharte que no me mereces,
aunque muera por las ganas de volver a caminar junto a ti.



lunes, 11 de enero de 2016

11:11

Poquito Pudor / Viaje Infinito

Vamos a rentar un departamento sencillo, trabajar medio día, dedicarnos a querernos y alternarnos para apagar la luz por las noches aunque tú siempre estés más cerca.

Vamos a darnos la espalda en la madrugada, buscarnos cuando calculemos que ya va a amanecer para abrazarnos y despertar pegados.Vamos a hacer las compras y comer sano, adivinar el postre que uno que otro día se nos antoje a cada uno. Vamos a hacer un libro para escribir todo lo que nos pasamos platicando en las tardes con lluvia aunque lo lea nadie más que tú y yo.

Vamos a quitarnos la ropa y dejarla por todos lados, lamernos por todos lados y sonreírnos por todos lados. Vamos a poner música de esa que se escucha viendo al techo mientras me tomas apenas de la mano y yo susurro cosas que no escuchas pero entiendes muy bien. Vamos a ver películas que me tengas que explicar después, vamos a hablar en otro idioma y terminar besándonos como nunca habíamos besado antes.

Vamos a confesarnos secretos de la infancia y a hablar de las familias, los miedos y el presente; vamos a inventarle soluciones improbables a todos los problemas que aquejan al mundo. Vamos a leernos en voz alta hasta que uno de los dos se quedé dormido. Vamos a tomarnos fotos, vamos a andar descalzos, bañarnos juntos y bailar a oscuras. Vamos a terminar los días exhaustos, discutir a veces, dejar los trastes sin lavar aunque sea un día y poner las llaves donde no nos vamos a acordar que están. Vamos a dejarnos solos de vez en cuando, a vernos mucho tiempo frente al espejo, a cuestionarnos cosas que no preguntamos con nadie más. Y vamos a querernos. A no fijarnos del tiempo. A cumplir promesas que no hayamos hecho y aventurarnos a la costumbre de que estar juntos se sienta tan bien.

Regresa pronto, amor.
Aunque da igual, sabes que no te espero.