viernes, 22 de agosto de 2025

Año nuevo en Julio.

La vida se encarga de ponernos a las personas correctas en el momento indicado, es solo que no estamos entendiendo el por qué y el para qué. ¿No hay casualidades, pero sí causalidades?.

Yo no estaba lista, definitivamente el plan no era conocer a nadie aquella noche. Solo me aventuré por frecuentar un grupo de amigas las cuales no veía mucho tiempo. Tenía miedo, era la primera vez que asistía a una reunión sola. No sabía qué vestir, así que después de probar absolutamente todo lo que ya no cabía en el closet decidí por un top negro y pantalón blanco (olvidando que era mi último día menstruando, normal...)

Pedí el taxi, salí de casa sin prisa. Avisé que regresaría plan 3 a.m. para que dejaran la puerta sin cerrojo. Estaba nerviosa, no me sentía para nada linda. Asumí que el taxista tenía mi edad, a penas ingresé al carro puso una buena playlist de regueaton viejito, de esos que empilan. No recuerdo si garúaba, tenía el celular en la mano revisando instagram, poniéndome más ansiosa de lo normal. Sin darme cuenta llegamos a la dirección pronto, bajé del taxi y solo ingresé al edificio. Todo estaba nublado para mi, me sentía como en modo automático, y me preguntaba constantemente si de verdad estaba haciendo esto por mi. 

Me recibieron en la puerta del departamento, subí a la terraza y saludé a aquellas amigas que no había visto en mucho tiempo. El ambiente estaba raro, yo lo sentí así. Días previos a este momento, había tenido una llamada de auxilio con una de ellas, me sentí avergonzada. Sentí que había pasado tanto tiempo de no verlas que no me sintonizaba para nada. O quizás era yo misma, presionándome a estar bien, intentando encajar, cuando claramente lo único que mi cuerpo reflejaba era incomodidad y rechazo hacia mí misma, era yo culpándome y juzgándome por mi actuar.

Las extrañaba mucho, tanto así que cuando las escuchaba hablar quería abrazarlas y pedirles perdón, aún sabiendo que no había hecho nada. Pero me sentía tan culpable de haberme ausentado en sus vidas, como si de alguna manera yo fuera importante en las suyas. No lo sé, se me había hecho costumbre sentirme sola cuando estaba rodeada de gente, y esa incomodidad solo era reflejo de afrontar la situación desde mi perspectiva.

Sentí que había perdido mucho, sentí que las había perdido. Me sentí tan extraña, y creo que eso se reflejaba en mi postura, o quizás no, solo disimulaba el frío. 

Me acerqué a la cumpleañera, y solo ahí sentí amor. Ella siempre irradia luz, brillo y felicidad. Podía estar pasando por el peor momento de su vida, pero ella siempre resplandecía... y me vi en ella, me vi con ternura y me abrazé desde adentro, entendiendo que todos somos un mundo ajeno, que todos tenemos problemas y atravesamos situaciones complicadas, pero depende de cada uno cómo afrontar y salir adelante. Por un segundo volví a sentirme mía, y cuando menos me di cuenta, una de ellas ya me había colocado una bebida en la mano, y me dejé llevar... Las voces de mi cabeza se silenciaron y empecé a disfrutar del momento, de verlas tan felices, tan ellas, tan suyas, tan hermosas. Esa noche solo quería ser una de ellas. 

Quería llorar de emoción, pero guardé las lágrimas para luego. No quería arruinarlo, quería que la noche durara una eternidad, no regresar a casa y perderme si era necesario solo para no pensar más...

No sé en qué momento apareció, nos encontramos de a tres, hablando de todo y de nada. No recuerdo bien, ya había tomado tres shots de tequila y dos copas de gin. No sé en qué momento empecé a disociar, y no me sentí parte de la conversación, a pesar que escuchaba, no estaba presente, y era raro, porque por lo que recuerdo, participaba con comentarios por ratos. 

La hora de la despedida se acercaba, de los últimos diez, quedamos solo cinco. No conocía absolutamente a nadie, solo a la cumpleañera que estaba loquísima por seguir la juerga en Lima Bar. Yo jamás había ido, y para ser sincera, nisiquiera sabía que estaba en Larcomar hasta que llegamos. 
Dejé de preguntarme ¿qué chucha estoy haciendo?, para solo dejarme llevar. Total, el plan no era regresar a casa temprano, ni siquiera era las dos de la mañana...

Sabrán que hay todo un trámite para el ingreso después de las 11 p.m., poco importa si los hombres tienen el código qr, no entran si no pagan, y bueno, privilegios de ser mujer, entrar sin ser manoseadas. 

No sé en qué momento se desapareció, estábamos juntos en la cola, pero cuando volteé a ver, ya no estaba más. Yo había ingresado y me sentía perdida. Tenía el celular en modo avión, y por alguna extraña razón, lo desactivé para tener algo de señal, quizás solo era mi ansiedad por no saber qué hacer y prevenir de alguna manera la solicitud de un taxi y huir de ahí. 
"Qué tal adentro?", me llegó un mensaje por instagram. Y yo solo empecé a reir. 
"Aburrido!", respondí. Y no demoró en enviarme un "Sales?" Yo no lo dudé, ni un segundo. Y salí.

Me esperó en las escaleras más cercanas, y lo vi, lo vi por primera vez. 
¿Qué carajo estaba haciendo? Nisiquiera sabía su nombre, o bueno si, porque me agregó a instagram mientras conversabamos en la terraza. Pero me quedé con la idea de que no había siquiera llamado su atención. En los segundos en los que me dirigía a la escalera pensaba en cómo él había conectado con mi amiga, y no conmigo. No sé, nunca tuve la mente en el juego, realmente.

Yo estaba nerviosa, nerviosa es poco. No podía mirarlo a los ojos mientras conversábamos, y cuando me di cuenta, estaba caminando a su lado, con el cuerpo encorvado y las manos cruzadas en el pecho. 
Me preguntó por dónde vivía, y al contestarle, me dijo que iba a casa y que estaba medianamente cerca a mi destino. No recuerdo cómo se desarrolló esta nueva conversación, pero mencionó algo de que lo acompañara a pasear a sus perros, y yo acepté, sin dudar nuevamente. Porque, vamos, solo imaginé que él llegaría a casa, paseariamos a sus perros y luego me embarcaría en un taxi, obviamente iba a suceder eso porque tenía que llegar temprano a casa.

Tampoco recuerdo qué hablamos en el taxi, pero si reímos mucho sobre la situación, de que para ambos era primera vez de salir de una reunión con alguien desconocido. Y le creí, le creí como le creo a todo el mundo, porque realmente fue mi primera vez subiéndome al taxi de un desconocido con rumbo a su casa a las dos de la mañana. El viaje fue ameno, y si me pongo a recordar, siento que duró una eternidad. Cuando llegamos a destino, subimos a su departamento, le pregunté si vivía solo y me dijo que su mamá estaba de viaje. Cuando abrió la puerta, sus dos perritos estaban esperándolo, pero para mala suerte, ya no era necesario salir al parque a pasearlos. Yo no sé, pero fue el momento más real de la noche, con la poca lucidez que ambos teníamos, yo me senté en el sofá a ver como limpiaba la mierda que habían defecado sus perros. En realidad lo tomamos con tanta naturalidad que hasta terminamos hablando de que si queríamos tener familia e hijos. No entre nosotros, pero por un segundo me aluciné mal con este hombre. Bendita estúpida. 

Cuando revisé la hora, ya eran las tres, le pedí la dirección para solicitar el taxi. Me la dio sin dudar, y apenas solicité el viaje en la aplicación, lo encontré sentado al lado mio pidiendo que no me vaya, y que me quedara esa noche con él.

Pregunté muchas veces por qué, ¿por qué yo? ¿Por qué yo, si vi que conectó con ella y no conmigo? Y me dijo que si pues, estaba hablando con ella, pero mirando hacia otro lado. 
No me quedé mucho tiempo. A penas pude, acepté la primera opción de conductor para que viniera por mi. No quería dejar mi corazón ahi, no estaba lista y creo que él no esperaba eso. Me sentí mal conmigo misma, porque tuve la oportunidad y decidí no tomarla. Pero era lindo, es lindo. Y me siento tan estúpida por haber dejado pasar esa noche, por no quedarme, por miedo a volver a sentir. Cuando todo lo que quería era eso, volver a sentir. 

De lo poco que me dejé llevar, conecté con él de una manera no tan superficial, lo sentí. Sentí su vibra, sentí su respiración. Había algo en él que hacía quedarme, me gustaba su olor, y no el olor de su perfume, si no de él. Creo que notó mis nervios, me pidió que lo mirara a los ojos y no pude. No pude mirarlo por mucho tiempo, porque sabía que si lo hacía iba a estar bajo su poder. Vi su alma, y me asusté. Pensé nunca volver a sentirme así, y quería estarlo, quería que me tomara y me haga suya, pero no me rendí. Sentí energía en sus manos cuando rozaron las mías, y quería dejarme llevar pero, bendito momento en el que lo conocí, no estaba lista. Vi su aura, y emanaba el color azul. Me gustaban sus labios, y su sonrisa, el huequito que se le marca en la mejilla, y ese dejo tan particular. Tanto fue el extasis que hablé en voz alta lo que pensaba, y vomité un "eres lindo", otra vez la estúpida. Qué me costaba quedarme callada. 

Me fui a casa, realmente no quería irme. Quería acurrucarme en sus brazos y hacer infinito el momento, amanecer con él, preparar el desayuno, pasear por fin a sus perros, regresar a casa, darnos una ducha y no sé, conocernos. Pero todo fue un sueño. 

Llegué a casa y esperé un mensaje suyo. 
Nunca llegó.

No hubo día siguiente, ya eran las 5 a.m. del domingo cuando llegué. 
Dormí un par de horas, y decidí seguir con mi vida. 
Me alisté para ir a entrenar, deshidratada desde el día anterior por el breve consumo de alcohol, no dudé en tomar una taza de café para alimentar la sed. Puse una playlist con la música que me hubiera gustado juergiar el día anterior en Lima Bar si no hubiera contestado el mensaje. 
Llegué al gimnasio, me encontré con papá. Me vió y se rió de mi. Nos abrazamos y le dije estaba bien, que me divertí. Me dijo que no abusara de mi cuerpo, que tomara mucha agua y que regrese tranquila a casa. El celular sonó, y sí. El mensaje del "¿todo bien?" llegó. "Hola, todo mal. Te estoy hablando desde una maleta." Y sí, ahi me di cuenta que lo que afirmaba era cierto: "pucha, sorry. Me dormí. Soy el peor".

Casualidad o causalidad, no lo sé. 
Solo sé que ya pasó un mes, y todavia te pienso.





miércoles, 20 de agosto de 2025

Borrador en el presente - ausente.

25 Febrero, 2025. 

Si tan solo supieras cuántas veces te he querido dejar ir...
Te sorprenderías inclusive, porque todas las veces que quise y lo intenté, siempre estuve aquí. 

Ayer me dijeron que amaba demasiado y sí, te amaba más que a mi misma. 


20 Agosto, 2025.

Te amaba en pasado, porque estoy guardando aquel sentimiento en el cajoncito de mis recuerdos.
Te amo aún, pero no con la misma intensidad, ¿sabes?
Me rompiste fuerte... o no. 
No, no me rompiste, me rompí yo.

He atravesado por un huracán de emociones, 
me he ahogado en mis pensamientos, en mis miedos, en mi sentir.

Estoy viva, carajo.
Afrontando esta ruptura como la última guerra que me permito perder sin tregua.

Estoy viva y sin ti.
Estoy viva y, de a poquitos, conmigo.

Me quiero tanto ahora, me cuido tanto.
Como si de mi dependiera mi estabilidad física, emocional... y es que siempre tuvo que ser así, pero jamás me di el lugar, ni el espacio.

Todos me dicen que soy fuerte, incluso tú lo mencionaste antes tantas veces, pero jamás tuve tanta fe en mi como ahora. Que estoy recogiendo mis pedazos, los estoy pegando, algunos otros sencillamente los descarto. Rebusco en mi piel, el deseo, la conexión con mi centro. Respiro, me ahogo, lloro, reniego, maldigo y lloro nuevamente. De rabia, de dolor, de desespero, de angustia, de ansiedad, de no quererme cuando pude, de no haber hecho más por mi cuando pude, pero ya qué... Si estoy donde estoy por mi, siempre fue mi responsabilidad, siempre fui yo luchando por ser vista, por ser querida, amada, aceptada, amoldándome a donde no cabía, porque sí: ese espacio no era para mi.

De sentirme tan chiquita a saber que soy grande, inmensa, gloriosa en amor, en valor. 
Que soy todo lo que cualquier extraño quisiera conocer, para despues descartarme, así como lo hiciste tú. 

Sabotaje / Egoísmo, finalmente ganamos los dos.




martes, 12 de septiembre de 2023

12 septiembre 2023

 Estoy tratando de ser lo más fuerte posible, pero no dejo de tener miedo. No dejo de preguntarme por qué; sólo quiero que deje de doler. Quiero pensarte y no sentir que ya no hay posibilidad entre nosotros. No sé cómo volver a empezar, de nuevo... una y otra vez, y otra vez, y otra vez...

martes, 4 de octubre de 2022

ausente-

Ojalá pudiera devolverme todo lo que te di y no me devolviste,
todas las noches de desvelo, de llanto;
todo el miedo y la angustia acumulados,
ese grito de dolor que no termina de salir de mi pecho
y el perdón que te di,
cuando ni siquiera a mi misma me había disculpado.

Días como hoy, me duele seguir aquí,
(re)preguntándome si merezco esto;
después de todo siempre soy yo la que elige quedarse,
menos por amor, y si queda algo de respeto.

Duele no estar aquí, 
duele extrañarte y pensar que todo o nada es suficiente.
Duele la herida que jamás sano,
la que intento maquillar en mi soledad, en la habitación.

Quisiera que jamás vivas lo que yo,
que jamás sientas lo que yo,
que se te de todo lo que quieres y deseas,
que nada te falte,
que nada te hiera,
que vivas en paz y no en constante guerra.

Que te amen tan fuerte
como para darte tu lugar
y luchar por ti,
que no minimicen nunca lo que sientes,
que no te mientan, que no te oculten;
que te den todo lo que no me han dado a mi.



lunes, 8 de agosto de 2022

08082022

 

Merezco alguien que me de mi lugar, que me tenga como prioridad, que no tenga miedo de enfrentarme y de enfrentarse conmigo, de la mano, como un equipo, como pareja, de presumirme, que no sienta vergüenza de mí, que sea sincero conmigo y consigo mismo, que confié en mí y me dé la confianza para creer en él, que se la juegue por mi, que no me haga sentir insuficiente, que la tenga clara, y se vaya a todas y por todas conmigo.


lunes, 20 de junio de 2022

des(a)costumbr-arse

Cuando se somatiza la ansiedad:
Me duele la garganta, 
se me adormece de la cara, los labios, las manos,
y hasta pierdo la movilidad de la mitad de mi cuerpo.
Se me quiebra el cabello, se me cae el cabello.
Me duele la espalda, me tiemblan las piernas.
Me palpita a mil el corazón y me duele muy fuerte el pecho, 
como si estuviera rota por dentro, 
y lloro; lloro sin poder detenerme, sin poder consolarme.

Ayer casi me fue imposible pararme de la cama, pero lo logré, porque tenía que comer, tenía que ducharme, tenía que vivir.

Hoy estoy triste, y quizás siga angustiada.
Sigo nerviosa, sigo ansiosa, y sigo preguntándome por qué soy así...
Intento respirar pero no logro más que seguir ahogándome.
Las lágrimas no dejan de salir y recorrer mis mejillas como lluvia torrencial.
Beber agua no me está ayudando a oxigenarme.
He intentado tomar una ducha larga, con agua tibia, pero termino recibiendo el chorro helado para despertar e intentar volver a mi realidad, esa que me está costando mucho afrontar.

Días como hoy necesito un abrazo, que se acurruquen conmigo y me hagan mimos, que me digan "te quiero", y que con aquella compañía me hagan sentir que todo va a estar bien. A veces necesito que me den amor, porque sola no puedo. A veces estoy rota, y aunque siga recogiendo y pegando mis pedazos, para fingir que todo está en orden, hoy siento que no puedo sola. Hoy no puedo; sin embargo, aquí estoy, una vez más: sola, abrazándome, acurrucada en la cama, acariciándome, repitiéndome una y otra vez que me quiero y que todo va a estar bien. 

Que duro es este proceso. Y que fuerte soy al final del día. 






sábado, 11 de junio de 2022

vos-otros

Y me sigo rompiendo en tus brazos, como si fueras a a(r)marme de nuevo; y te sigo besando los labios, aunque ya no sean míos.  Te sigo acariciando si me lo pides, te sigo entregando todo lo que tengo aunque le ponga freno. Te sigo amando aunque no me quieras, te sigo queriendo aunque no te tenga. 

jueves, 2 de junio de 2022

fotos en la billetera

¿Cuántas despedidas más vendrán?
¿Cuántos nuevos correos, cartas no enviadas, redes sociales bloqueadas, silenciadas, eliminadas bastarán para avanzar?
Como si todo lo que hiciera para no pensarte fuera una intención válida para olvidarte al fin.

Me cuesta pararme de la cama otra vez, 
empezar de cero se ha vuelto un deporte extremo. 

Todos los días me miro al espejo y te lloro, porque aún ausente sigues presente. Y por más que grite con la almohada pegada a la cara, arranque las sábanas del colchón, las tire al piso, me golpeé la cabeza contra la pared y termine tirada en el piso ahogada en llanto, nada es suficiente para dejar de sentir este vacío, o seguir llenándolo con dolor.

Escucho canciones nuevas, pero todas traen tu recuerdo.
Eliminé contactos, conversaciones, carpetas de fotos y videos, resulta que nada es suficiente. 

Esta montaña rusa parece no tener fin, y me permito sentir, me permito sanar, y sí que todo esto va a costar más que un par de meses más de terapia, más que lo que invierto en comida, o sesiones de gimnasio, más que el tiempo que aún sigo dándote los fines de semana cuando vienes por algo de cariño. 

Suerte para ti.
Suerte para mi. 


miércoles, 25 de mayo de 2022

Huevos revueltos

 Nos he vuelto a idealizar, como si no bastara tenerte en mi cabeza todo el tiempo.

Cada que cocino, te imagino llegar a casa, con el ruido particular de tus mocasines, dejando tus llaves, billetera y blazer sobre la mesa. En el camino hacia mi, contestas algunos mensajes por whatsapp y te ríes, seguro por algún chiste de aquellos grupos en los que tus amigos comparten más que memes. Dejas el celular sobre el tablero de granito, te acercas y tímidamente me sujetas de la cintura, me besas mi cuello, mientras yo empiezo a revolver los huevos en la sartén. Me preguntas por como estoy, y te contesto que enamorada de ti; dejo la espumadera en la sartén, bajo el fuego y volteo para colocar mis manos alrededor de tu cuello. Nos besamos y sonreímos al mismo tiempo.

Quisiera dejar de soñarte, pero mentiría si te lo confieso.