No me cabe duda alguna de que eres el amor más bonito que tengo. Y, por alguna razón descabellada, tengo la certeza de que viviré de ti eternamente enamorada. Siempre lo estuve, pero me ganó la cobardía, el miedo y faltó decisión. No hubieron culpables, solo falta de convicción. Faltó darte luz verde, el ambar solo logró bloquear el destino, tomamos rutas quizás no equivocadas, pero ahí vamos, con rumbo desconocido en carriles paralelos. Mirándonos por ratos, yo pensándote todo el tiempo.
En el presente, nos interrogamos constantemente y nos quedamos con las remotas posibilidades, del "qué sería si hubiera pasado" cuando paso de todo mientras nos encontrábamos con los ojos cerrados.
No puedo decir que te he visto en todas tus facetas, pero te he sentido, pensado, creado e imaginado en muchas de ellas. Tuve tu amor y no lo quise ver, tuve tus ojos, tu sonrisa, tus manos, tu pecho, tus piernas y tu alma pendiente de mi. El mundo da vueltas, así cómo anduviste algún tiempo alrededor de mi. Fui el sol y la luna de tus días y noches, mientras tú eres, aún, mi universo estrellado.
Fuimos amantes eternos de un rato, fuimos enamorados no correspondidos a destiempo, eternos por dos años, fuimos amigos sin serlo y nos quisimos menos de lo que probablemente nos queremos ahora. Nos quisimos y nos amamos, por suerte no nos perdimos ni nos olvidamos.
Hubiera querido darte mi tiempo, que te adueñes de mis pensamientos antes de sentir la sensación de pérdida, este vacío que intento llenar con tu recuerdo y las pocas fotografías que tengo de ti, como si coleccionara recuerdos míos, cuando en realidad sólo son compartidos. Me llevé tu romanticismo y tú te llevaste mis sueños y deseos. Eres todo lo que quiero, lo que necesito, lo que me hace falta y te elijo, te elijo como amo y dueño de mis pensamientos, de lo que siento, como fiel domador de la bestia insensata, que actúa sin reflejo, que se deja besar y acariciar, buscando la cura y remedio para volver a respirar.
Es tarde, lo sé, y no debo responder.
Gracias por cada pedazo de cielo, por cada risa, por cada mirada nerviosa, por cada intento de caricia y admiración constante, por los jalones de orejas y los brazos siempre extendidos dispuestos a recibir abrazos sin sentirnos.
La noche que estuvimos en la playa, que me dijiste que te gustaron mis zapatos, me abrazaste como nunca, y lo único que esperé fue que me besaras. Te sentí mío, te sentí únicamente mío y te bromeé, te reté, provoqué que te acobardaras titulándote de incapaz. En guerras perdidas solo quedan velar muertos, y aquí no hay nada perdido y nuestro amor no ha muerto.
Estoy enamorada de ti, a la distancia, de tu recuerdo, de lo que aún me haces sentir, de lo que me hiciste vivir. Has sido el mejor compañero de viaje terrenal, eres la mejor compañía espiritual. Quiero que estés en todo momento, imposible que te quedes todo el tiempo.
Lamento la intensidad, pero hay palabras que los besos logran callar.