domingo, 7 de febrero de 2016

25/26. La búsqueda del todo, encontrando nada.

No existe cura alguna para el desamor. La ley del "un clavo saca a otro clavo" muchas veces es aplicada y, en su mayoría, resulta efectiva. El amor es un estado de locura degenerativa y destructiva, debo admitir que soy adicta. 

He buscado el amor en lugares equivocados, en objetos y personas que, por alguna razón, se aparecieron en mi camino. Nadie anda por las calles buscando satisfacciones personales más que yo. Trato de encontrarme, de hallarme, de reflejarme en todo aquello que está a mi paso y quizás es ahí donde viene el error. Error que me gusta cometer, una y otra vez.

Soy una especie rara, me enamoro de todo y todos, pero nunca a su tiempo. A veces antes, casi siempre luego. 

Si pudiera darme el lujo de regresar en el tiempo me daría una oportunidad, sólo una para darme cuenta de lo equivocada que estado todo este tiempo y, sí, quizás llegue a donde estoy ahora: herida, rota; cuestión de destino en el desatino.

Dejé mis alas en el camino, se las entregué a alguien que merece ser amado más que yo, no por sentirme menos, si no porque hay amores que luchan incansables, son fieles a su instinto y no se desvían del camino. 

Yo estaré bien, de acá a un tiempo, como siempre. Estaré bien, y seguiré en mi búsqueda, solo que esta vez está enfocada al amor propio. Mi equilibrio emocional está es un desbalance total. Me entregué a quienes no debía, y reprimí mi amor para quienes sí lo merecían. Me perdí de mucho conmigo misma y, aunque las calles están distintas, las ganas de volver a recorrer el camino no se han ido. 

He perdido el juego, lo admito, pero no me he rendido. Todos, en algún momento de nuestra vida hemos actuado con cobardía, quizás siendo egoístas para con uno; sigo en la búsqueda y, al fin, hallar un bien común, en donde la tan ansiada felicidad nos colme el alma y nos lleve a fracasar intentándolo, sin arrepentimientos que nos aten. Hay que saber dejar ir, soltar la cuerda y dejar ir.

Si la tierra es el lugar en donde tropezamos, el cielo debe ser en donde hacemos las paces y nos reencontramos.